Estuvo bien acompañado Alejandro Mieres en el estreno de la colección de grabados que en su homenaje se expone desde ayer en el museo Casa Natal de Jovellanos. De los dieciséis artistas que conforman esta carpeta, no puedo decir si faltaba alguno porque no pasé lista, pero sí sé que comparecieron muchos y muy principales.

Actuó de moderador de la mesa redonda celebrada como complemento de la inauguración el ex senador de IU Jesús Iglesias, que disculpó la ausencia del Manuel de la Cera y dio las gracias al comisario de la muestra, Víctor Picallo, por la brillantez de todos los actos que se están celebrando en torno a la figura de Mieres, cuya respuesta tanto social como institucional ha sido muy satisfactoria. Recordó a su vez el ambiente de El Sotanín que gobernaba José Ramón Ibasera, a Francisco Vizoso y a Francisco Carantoña, figuras para él decisivas en el ambiente cultural de la época.

Acompañaban a Jesús Iglesias en la mesa la profesora Lucía Alperi, el escultor Fernando Alba y el pintor Bernardo Sanjurjo, aunque la intervención más hermosa e ilustrativa fue la de Alperi, que actualmente está rematando su tesis doctoral sobre la vida y obra de Alejandro Mieres. Remontándose a 1960, año en que el pintor llegó a Gijón, hizo un recorrido por sus trabajos, amistades, experiencias. Pese a ser años difíciles, Mieres se sorprendería de la cantidad y calidad de los pintores gijoneses. Conoció entre otros, a Antonio Mendivil, Jaureguizar, Piñole, Rubio Camín, Antonio Suárez, Nani Magdaleno, Marola, Marisa, entre otros. Participaba en tertulias, era asiduo de El Sotanín, y pintaba mucho. Lucía Alperi recordó el Museo del Gallo, una colección monográfica importante que incluso contó con la aportación de un ejemplar pintado por Pablo Neruda y otro por la duquesa de Alba.

"No ha sido ni bohemio ni noctámbulo, pero sí muy trabajador", puntualizó Alperi, refiriéndose al homenajeado, añadiendo una interesante valoración de su pintura, que a partir de 1960 presenta su primer cuadro monocromático. Acompañándose de imágenes, pudimos ver al pintor de 22 meses, o más tarde como discípulo en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, en su taller?

Fernando Alba y Bernardo Sanjurjo hicieron recuento de la mistad y cariño que sienten por Alejandro Mieres. El primero aludió a sus propias dificultades, a las incomprensiones sufridas y a la impresión que le produjo la obra del homenajeado, que calificó de definitiva. Por su parte, Sanjurjo puso en valor la pintura como algo trascendente. "La pintura no es hacer cuadros, sino que es un proyecto de vida, una actitud para fabricar otros mundos, y Alejandro Mieres ha sabido asumir esta idea en su totalidad".