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Mallada ensalzaba a Jovellanos por ser "anticlerical y anticatólico"

En la conmemoración de los 125 años de su muerte, el alcalde gijonés aseguró que el prócer tenía miedo a "las manadas de ovejas" La sangre del líder anarquista se unió a la de la casa de Alba a través de su bisnieta Genoveva Casanova

La plaza del Seis de Agosto, con la casa natal del escritor Pachín de Melás a la derecha. CONSTANTINO SUÁREZ

Aunque los restos de Jovellanos estaban tirados en un trastero de la Escuela de Comercio, gracias a la gestión del escritor bablista Emilio Robles Muñiz "Pachín de Melás", sin que nadie se acordase de darles una inhumación más digna y a pesar de la fratricida guerra, las autoridades conmemoraron por todo lo alto el ciento veinticinco aniversario de la muerte de Jovellanos. Nada nuevo bajo el sol.

Desde la plaza del Ayuntamiento -entonces llamada de la República- partió una comitiva encabezada por el alcalde Avelino González Mallada -en la que participaron el grupo artístico Jovellanos, chicas de la F.U.E. con coronas de flores, la logia masónica y el grupo excursionista que llevaba también su nombre- hasta la plaza del Seis de Agosto donde se hizo una ofrenda floral ante la estatua del eximio prócer gijonés, Así trataron de "demostrar que las preocupaciones de la guerra no apagaban los sentimientos culturales de la España liberal y obrera", tal como dejó escrito el historiador Ramón Álvarez Palomo.

A continuación, el acto principal se celebró en el Teatro Dindurra, en el que dio lectura a un escrito de "Pachín de Melás" elogiando a Julio Somoza y aseverando que "Jovellanos besaría los cabellos del viejecito de Julio Somoza diciéndole: más sufrí yo con la incuria y maldad españolas. Los de hoy son los mismos de ayer. Los conozco bien por sus hechos y procedimientos. No sufras que más padecí yo por el progreso de España que engendraba el progreso de la Humanidad. No mires atrás y adelante".

Así interpretaba el alcalde Mallada la ideología de Jovellanos. Tras otras intervenciones, el alcalde Avelino González Mallada aseveró que, tras haber sido herido por una granada lanzada desde el Simancas, en su convalecencia aprovechó para releer la obra de Jovellanos. Ésta fue la peculiar visión e interpretación personal que hizo del pensamiento de Jovellanos desde el escenario del Teatro Dindurra:

"Jovellanos la maravilla, ante todo como artista. Él fue el primero en sostener que en las iglesias y capillas asturianas se iniciaba el Arte Gótico en España. Capilla e iglesiucas que en muchas ocasiones, por desgracia han sido destruidas por la ignorancia. Estos monumentos representan algo más que la farsa de una religión porque son la representación de un esfuerzo artístico? En su informe sobre la Reforma Agraria, Jovellanos revela un miedo formidable a las ovejas. Tenía miedo a las manadas de ovejas. Con aquella ley pretendió defender a los campesinos, porque Jovellanos sostenía que no fueron las guerras las que hundieron los grandes imperios, sino las que los empobrecieron?Jovellanos, asturiano, viendo de cerca las consecuencias funestas del minifundio se declaró partidario del latifundio. Pero no del latifundio en poder de dos o tres propietarios, sino en el amplio sentido de la palabra: latifundio para cultivo intensivo por muchos, por medio de la colectivización de que ya habla Jovellanos, adelantándose a lo que ahora pretendemos como próxima conquista, la municipalización de la tierra?Jovellanos tenía la menor cantidad posible de clérigo y, aunque estudió esa carrera, era anticlerical y anticatólico, declarando repetidas veces que el cristianismo es una religión y el catolicismo una secta. Por ello iba a ser condenado a morir en la hoguera de la Inquisición de no haber penetrado en España los aires renovadores de Francia a los acordes de la Marsellesa?La vida de Jovellanos debe de tomarse como norma y ejemplo. Paseó sus ideales nuevos por la cárcel y el destierro. Y murió en Puerto de Vega con la misma entereza con que había vivido. Su obra quizás haya quedado desvirtuada, como quedó la Revolución Francesa y como quedó nuestra República del 14 de abril de 1931. Por eso, en la lucha que sostenemos ahora, debemos aprovechar la enseñanza?Ganaremos en las trincheras. No entrarán en Madrid, no tomarán Asturias. Serán arrojados en toda España, a pesar de sus moros, de sus alemanes, de sus italianos, pero es necesario que los venzamos también atrás. Hay que exterminar a todos los enemigos, no en el sentido de la persona, sino en sus ideas erróneas, impidiéndoles toda libertad de acción".

También llenó de ampulosas palabras su boca el presidente del Consejo Soberano de Asturias y León, Belarmino Tomás, quien cerró aquel homenaje oficial a Jovellanos en el "Teatro Dindurra" -semanas antes de que las bombas también lo destruyeran- al afirmar que: "Bien poco puedo deciros de Jovellanos, porque yo no he podido ir -a pesar de ser de Gijón- a aprender a su Instituto. Cuando tenía la edad de once años, mis padres ya necesitaban de mi ayuda y me llevaron a trabajar con mis hermanos. Yo escuchaba al compañero Mallada cuando hablaba que había ido a la escuela de Miracielos. También yo he ido a esa escuela y luego fui a las clases nocturnas de otro hombre todo corazón y todo ideal, a la escuela de Benito Conde. Mi padre le pagaba cinco pesetas al mes para que yo aprendiera algo allí después de salir del trabajo. ¿Qué voy a decir de Jovellanos, si solamente lo conozco a través de sus trabajos en el descubrimiento de la industria mineral? Unos conocisteis a Jovellanos bajo los libros y otros por la Ley Agraria. Yo leí a Jovellanos porque era minero".

La actuación urbanística del alcalde Mallada. El historiador Ramón Álvarez Palomo supo sintetizar muy bien todo lo que logró hacer el regidor gijonés en tan difíciles tiempos en su libro "Avelino G. Mallada, alcalde anarquista". Solamente dos días después de la toma de posesión del alcalde Avelino González Mallada y su gestora se inició "la gran tarea de urbanización que iba a merecer tantos elogios al paso de los tiempos y de las corporaciones municipales que sucedieron a la presidida por Mallada en momentos tan críticos para el país".

Así fueron demolidos los balnearios en la primera línea de San Lorenzo que se encontraban en estado de abandono y martillos de casas en la primera línea de playa, como las de Veronda, la manzana del Hospital de la Caridad. Así como los edificios de la entonces calle de Ramón Álvarez García -hoy, Asturias- y también la casa del "Petit Pelayo" que hacía esquina con las calles de Corrida y de Gumersindo Azcárate -hoy Munuza, porque había que rendir tributo a los moros que sirvieron con sus tropas al llamado Movimiento Nacional- a fin de abrir nuevos espacios urbanísticos. También se procedió a la prolongación de la balaustrada del muro de San Lorenzo.

La pragmática de todas aquellas actuaciones urbanísticas por las bravas estaba basada en hacer primar el interés colectivo, sin respetar las restricciones que establecía la legalidad republicana sobre la propiedad privada. El procedimiento burocrático consistía en la incautación sin más de las propiedades, sin abonar indemnización alguna.

Una biznieta de Mallada unió su sangre con la de la Casa de los Alba. Solamente le faltó tiempo al alcalde Avelino González Mallada para demoler el popular "martillo de Capua", pero la guerra se lo impidió. De no haber sido así, el director de cine José Luis Garci nunca hubiera podido rodar -siempre dando imágenes estéticas negativas de un decadente Gijón- la primera película que logró un Oscar de la Academia de Cine: "Volver a empezar". Y es que cinco días antes de cumplir un año de mandato como alcalde, "Mallada" huyó a bordo del vapor "Toñín". Un año después, en Woodstock (Virginia) murió en un extraño accidente de tráfico que hizo pensar que había sido asesinado.

¿Quién le iba a decir a Mallada que una biznieta suya, la modelo mexicana Genoveva Casanova, le emparentaría con la Casa de Alba al concebir gemelos con Cayetano Martínez de Irujo, dándole así a la nobleza española gemelos con la sangre de un anarquista gijonés?

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