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Nadie mira para el arte

Incuria y abandono de numerosas esculturas diseminadas por la ciudad, afectadas por pintadas o por la inacción y el desinterés municipal

"Suciedad acumulada en el mural "Alicia hacia adentro", de Fernando Gutiérrez, en la medianera de la plazuela de Jovellanos, en el barrio de Cimadevilla"

No han faltado, faltan ni faltarán cafres que se dediquen a dañar nuestro patrimonio histórico-artístico. Las pintadas y otras agresiones similares son tan antiguas como la humanidad y hay muy pocos motivos para esperar que ese arrebato inherente a nuestra especie desaparezca. En Gijón este es ahora un tema candente debido a la plaga de grafitis que afecta al arte público urbano, en especial a las obras escultóricas, aunque tampoco es nada nuevo.

En todo caso, es evidente que conocer el patrimonio, entenderlo y apreciarlo sirve para atenuar la tendencia a perpetrar "genialidades" que nada tienen de creativo y sí mucho de destructivo. Por ello, toda iniciativa por parte de cualquier administración encaminada a lograr una mayor concienciación social en favor del respeto hacia las obras será acertada, pero tendrá que vérselas en no pocas ocasiones con una paradoja: las propias administraciones públicas dan con demasiada frecuencia un nefasto ejemplo al respecto.

El primer nivel, el más común, es la incuria y el abandono de esas obras a su suerte y suele ser una importante causa de deterioro. Incuria y abandono, en especial en lo que atañe al mantenimiento urbano y al patrimonio municipal, han sido una constante en Gijón durante el último lustro. En este ámbito no hace falta extenderse mucho más, basta con ver el estado en el que se encuentra en Cimavilla el mural "Alicia hacia adentro" (2008), obra de Fernando Gutiérrez ubicada en una medianera de la plazuela de Jovellanos.

En el campo escultórico es ilustrativo ver en el parque de Isabel La Católica totalmente comido por la maleza al conjunto escultórico "Las Dríadas" (1962), reproducción realizada por Manuel Álvarez Agudo del original de Manuel Álvarez-Laviada premiado con la Primera Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1930.

Pero peor que esto es el daño causado de forma intencionada por mera inepcia. Un ejemplo perfecto es la obra "Espacio exterior" (1990), realizada por Joaquín Rubio Camín y perteneciente a la Colección de escultura contemporánea de Adif, ubicada ante la estación "provisonal" de ferrocarril. Esta pieza, que no fue concebida para estar a la intemperie -en origen estaba instalada en el vestíbulo de la desaparecida estación Jovellanos-, muestra ahora la cartela con su identificación que se ubicaba en su base injertada en la propia escultura, dañándola de forma gratuita e incomprensible.

No obstante el mayor despropósito que puede citarse aquí ha sido cometido hace pocos meses, afectando de manera grave a la obra "Copulaciones" (1998) de Pedro Sanjurjo, Pieycha. Esta pieza, localizada en el parque de las Madres de la Plaza de Mayo, ha perdido la base de losas pétreas que le servía de nexo de unión con la fuente sobre la que se ubica, quedando su estructura inferior y varias cañerías a la vista, desfigurando totalmente el conjunto. Lo más penoso es que esta obra sustituyó en ese mismo lugar a otra previa del mismo autor, "Metamorfosis" (1991), destruida por un acto vandálico. A su sucesora le toca ahora esta tremenda jaimitada de patrocinio municipal.

Y lo peor es que, más allá de la dejadez, del desinterés y de la chapuza, bajo todo ello subyace la idea de que lo público no es de nadie y que a nadie debe importarle. Un mensaje que supone un nefasto ejemplo de quienes, precisamente, deberían tener el cuidado y el respeto por lo público como prioridad.

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