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Portugal por los cinco sentidos

La asociación Amigos del Fado recorre la historia del género de canción melancólica y del "vinho" del país vecino

Parte del público asistente, durante las intervenciones. JUAN PLAZA

El espíritu de la cultura portuguesa invadió ayer el CLUB LA NUEVA ESPAÑA de Gijón. "Jesús es un amante de Portugal y, por consiguiente, del "vinho" y el fado", resumía Ramón García Ovide, de la asociación Amigos del Fado de Asturias a modo de presentación del profesor Jesús García Alba, encargado de realizar la ponencia sobre estos dos elementos tan representativos del país vecino.

García Óvide, que se definió como un "apátrida", nacido en el Bierzo pero residente en Llanera, sumergió a los presentes en un viaje desde las cepas vinícolas de Oporto hasta las enrevesadas calles lisboetas. "Yo no sé mucho de vino, simplemente lo disfruto", declamó al principio de su charla, "sé mucho más de fado", precisa declaración de intenciones que sirvió como precedente al grueso de su exposición.

"Tudo isto é fado", un estilo musical "complicado y muy variado", sobre todo en sus temas. Las guitarras portuguesas y las violas hicieron acto de presencia en los altavoces del lugar para acompañar las voces de grandes fadistas de ayer y hoy, como la sempiterna Amália Rodrigues o Hélder Moutinho, quien visitó hace escasas fechas el Principado.

De este modo, García Óvide intentó de algún modo catalogar los fados. En un primer pulso, probó con los temas, sin mucha suerte, ya que "son infinitos". Sí que hay algunos recurrentes, como aquellos que hablan de las "lembranzas", los recuerdos; de María, la amada; de angustia o soledad; o de amistad entre otros. Pero hay un tema que prevalece, como una reminiscencia apegada a la rota voz de los fadistas: Lisboa.

La capital portuguesa, sus "rúas", el barrio de Mouraria, "berço do fado", la cuna del fado, respiran este tradicional estilo musical por los cuatro costados.

Tras esta intentona, García Ovide probó con los sentidos, pero solo con la mirada, el "olhar" y los ojos, los "olhos", "tendríamos para varios cursos", sentenció el ponente, por lo que se decantó por aquellos cantos que hablaran del "vinho", en los que se aclama a esta bebida para olvidar, para celebrar o como amigo recurrente, en según qué casos.

Tras ello, entre los dos ponentes hicieron una radiografía de aquellos "vinhos" más afamados de Portugal: el "vinho verde" y el Oporto, unos vinos "del norte al sur" del país, por sus lugares tradicionales de cultivo.

El primero es un vino que procede del norte, de la zona más verde del país, de ahí el nombre. Es un caldo "suave, afrutado, de poca graduación" y que se ha de beber "muy frío, y mejor como aperitivo o en la propia comida".

El segundo, se cosecha en la ribera del Douro. Se consigue un caldo "extraño, fortalecido", al que se le añade, en mitad de la elaboración, aguardiente conseguido de los restos de la cosecha del año anterior, tradición que se remonta a una de las guerras franco-inglesas, en las que se transportaba el vino desde Portugal al país británico y se había de añadir ese destilado para que no se picara en el viaje, como explicó García Alba.

Para terminar, el numeroso público asistente pudo disfrutar de una pequeña degustación de ambos "vinhos". Como sentencia un tradicional fado, "hablen mal de lo que quieran, pero no hablen mal del vino".

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