Más de cien autores procedentes de casi todas las comunidades autónomas españolas -también de países como Francia, Alemania, México y Estados Unidos- se citaron ayer en el hotel Silken Ciudad de Gijón convocados por la Asociación de Escritores Noveles, que eligió para apadrinar este tercer congreso al filósofo Emilio Lledó, académico de la Lengua y premio "Princesa de Asturias" de Comunicación y Humanidades en 2015. Fue la suya una ponencia cuajada de sabidurías citadas de memoria, en griego, con una parada especial en Platón y en su "Fedro", así como en Nietzsche y su prólogo para "Aurora".

"El mito del 'Fedro' es para demostrar que las letras son un fármaco, la medicina de la memoria", señaló Emilio Lledó, capaz de entusiasmar a los escritores con la historia de su corbata. Habló de ella y de la relación de la prenda con los hermanos Von Humboldt, Alejandro y Guillermo. El académico, que puede inventarse un vocablo cada diez o quince minutos (señaló que iba a proponer a sus colegas que aceptaran el neologismo "mentirificar"; quizás también "resbalancia"), explicó como la fluencia de la palabra y el tiempo dan lugar a la historia, que es, en su opinión, "la esencia de la vida humana". "La conservación de la misma se logra con la escritura, que es esa medicina de la memoria de la que habla Platón", indicó

"Confío en que el libro no desaparezca jamás", hizo resaltar el premio "Princesa de Asturias", para quien el ser humano es "letra, lenguaje, comunicación". ¿Y cómo hay que leer? Recordó a Nietzsche: "Debemos hacerlo con ojos y dedos delicados". Emilio Lledó, que visitó además el Museo Casa Natal de Jovellanos, en Cimavilla, lo fundamental es la educación: "Es el centro de la vida humana". El filósofo se manifestó feliz por la decisión de la Asociación de Escritores Noveles, que cumple diez años y tiene su sede en Gijón, de ofrecerle la presidencia de honor de un congreso singular, en el que conviven letraheridos octogenarios y veinteañeros. "Para mí es ya un premio estar aquí; a pesar del caos del mundo, quiero pensar que no todo está perdido", añadió.

Covi Sánchez, presidenta de la citada asociación, pronunció las palabras liminares del encuentro: "Lo que más nos gusta es ser contadores de historias". Señaló que el objetivo de la entidad que preside estriba en dar "visibilidad" a los escritores. La concejala gijonesa de Bienestar Social, Eva María Illán, se retrató, por su parte, como una "eterna aspirante a escribir y voraz lectora". "La literatura es un fenómeno íntimo con vocación de generosidad", defendió. Y Fernando Padilla, director general de Planificación Lingüística del Principado, alternó el castellano y el asturiano, con cita incluida de Caveda y Nava, para espolear en los congresistas el deseo de conocer la literatura en bable.

Otro de los ponentes en el acto de inauguración del congreso fue Antonio Garrido, ganador el año pasado del premio de novela "Fernando Lara". Como este encuentro se convoca, entre otras cosas, para analizar los distintos componentes que intervienen en la creación y difusión de la literatura (de la escritura a la distribución del libro), el narrador explicó que todo autor novel debe plantearse tres preguntas: "¿Por qué escribo? ¿Qué voy a escribir? ¿Cómo lo escribo?". "Escribir es como emprender un viaje, y cuando lo emprendáis, no lo abandonéis", recomendó.

Garrido participó, asimismo, en una mesa redonda sobre el autor y la edición (¿David frente a Goliat?). Estuvo acompañado por Alberto Marcos, editor de Penguin Random House; Ramón Alcaraz, director editorial de El Desván de la Memoria; Francisco García, director general de Artes Gráficas Eujoa, y Benjamín Recacha, que hizo de moderador. Garrido defendió la figura del agente literario porque "es bueno contar con alguien que defienda tus intereses". Hubo críticas hacia algunos negocios disfrazados de editoriales. Alcaraz rompió una lanza por los talleres de escritura. También Marcos, quien defendió además estudios específicos en España, al igual que los hay en Alemania, para "quienes quieran ser editores, no escritores". "Se puede enseñar a escribir, lo que no se puede enseñar es el talento", indicó.

En otra de las mesas redondas se analizó el papel del lector y las mutaciones del libro. Conchita Quirós, de la librería ovetense "Cervantes", disculpó su ausencia por enfermedad. "Si no hay libro, no hay escritor", aseveró Rafael Gutiérrez Testón, gerente de La Buena Letra y presidente del gremio de libreros del Principado. Recordó que en España se editan unos setenta mil libros al año. La cifra hace imposible que las librerías puedan ocuparse de todo lo que se publica. A su juicio, lo importante son el autor y el lector: "El resto somos prescindibles". Chema Cimadevilla, representante del sector de la distribución, habló de los cambios que han introducido fenómenos como Amazon o los grandes grupos. "Habrá que volver a definir el papel del distribuidor", señaló.