La obras de reforma de los antiguos juzgados de Poniente que en los próximos días va a impulsar el gobierno regional ha obligado a desalojar los archivos del edificio de la calle Mariano Pola. A pesar de que los jueces se mudaron ya en el 2013 al nuevo Palacio de Justicia de La Bohemia, y de que desde entonces este inmueble de Poniente permanecía sin uso, en los sótanos del edificio se seguían conservando las pruebas de algunos procedimientos judiciales. Algunas de esas "piezas de convicción" -como se denomina técnicamente a las pruebas en los procesos judiciales-, llevaban allí más de diez años. Y ya era hora de darles salida.

Algunos abogados de la ciudad han recibido en los últimos días la llamada de jueces de lo penal y de instrucción que pedían permiso para tirar a la basura, por ejemplo, caramelos que llevaban años guardándose como prueba. "En cuanto una sentencia es firme y contra ella ya no cabe ningún tipo de recurso lo normal es destruir las pruebas, tirarlas sin más, no se puede guardar todo en los archivos", explican fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Asturias. Normalmente los jueces comunican por escrito a las partes implicadas su decisión de deshacerse de las piezas de convicción. Pero ¿siempre se tiran? Lo cierto es que la decisión de que hacer depende del criterio de cada juez. Los hay que optan por la destrucción de las pruebas que contempla la ley pero otros magistrados toman caminos menos directos y dan a cada objeto un destino distinto donando la ropa, por ejemplo, a organizaciones benéficas. Lo mismo se hace en ocasiones con otras pruebas como los alimentos perecederos. Lo que se destruye directamente, como es lógico, son las armas u otros objetos peligrosos.

"A veces hay juicios por hurtos en los que muestran como prueba prendas que tienen una pequeña tara porque el acusado arrancó las alarmas. Esa ropa luego no las quiere nadie así que se envían a entidades benéficas porque está nueva", explican desde el Tribunal Superior de Justicia de Asturias. Pero no sólo se dona prendas de ropa. También hay objetos tecnológicos que sus legítimos propietarios rechazan. Las televisiones o las bicicletas robadas hace más de cinco años ya han sido normalmente sustituidas y en muchas ocasiones los que denunciaron los robos prefieren no recuperar sus pertenencias para tener que darles salida.

El Principado tiene previsto iniciar en los próximos días las obras que costarán cuatro millones de euros y con las que se pretende reconvertir el antiguo juzgado en un edificio en el que se agrupen varios servicios regionales.