Únicamente el 0,46% de los alumnos gijoneses faltan a clase de forma reiterada, lo que supone una disminución del 0,13% respecto al curso anterior. Así, en este curso 2015-2016, 25 alumnos menos hubieron de ser derivados de los centros educativos a los servicios sociales, sumando un total de 99. Sin embargo, una vez tratados por los servicios municipales, menos de la mitad de estos jóvenes vuelven a recuperar el hábito de acudir a clase de forma continua, según denuncian las administraciones públicas. El perfil del absentista es un varón de 16 años, miembro de una familia monoparental.

Estas son las principales conclusiones a las que se han llegado en el Proyecto de Trabajo Socioeducativo en Absentismo Escolar realizado por el consistorio y que fue presentado ayer en las V Jornadas Técnicas "Absentismo escolar, una cuestión ciudadana", realizadas en relación al Día Internacional de la Ciudad Educadora que se celebra hoy.

"El absentismo escolar es un tema que preocupa a familias e instituciones", aseveró la concejala de Educación y Cultura Montserrat López Moro, encargada de inaugurar las jornadas. Por ello, para López, "Gijón juega un papel importante, ya que es imprescindible la colaboración de todos los agentes educativos, que transmitan valores y actitudes, tanto dentro como fuera de las aulas", analizó la edil.

Este es un problema que, si bien ha disminuido en el último curso, sigue presente, de forma preocupante. "Hemos de luchar contra el absentismo escolar y el abandono prematuro de los estudios", enfatizó Pilar del Amo, directora de la Fundación Municipal de Servicios Sociales, para lo que "hay que realizar programas multidisciplinares". Dentro de estas actividades, para del Amo, los dos principales problemas a erradicar son, de un lado, el acoso escolar "para el que pretendemos conseguir una ciudad con tolerancia cero", por lo cual el consistorio gijonés aprobó el Programa municipal de mejora de la convivencia y prevención del acoso escolar y, de otro, mejorar la participación de los menores, "que tienen que tomar decisiones sobre la propia ciudad".

Con este fin, se creó el pasado año el Plan Integral de Infancia y Adolescencia, con el objetivo de "garantizar el cumplimiento de los derechos de la infancia, coordinar las actividades municipales en este sentido y, además, darle la visibilidad pertinente", como explicó Antonio Bernardo, jefe del Departamento de Prevención y Adicciones de la Fundación Municipal de Servicios Sociales.

Para medir el éxito de estos programas, se realiza cada año un informe que analiza los datos más relevantes, con el fin de comprender las tendencias que se están siguiendo, basándose en "variables en relación al perfil del alumnado, de su familia, y de distintas condiciones sociales", analizó Anita García, jefa del Departamento de Infancia de la Fundación Municipal de Servicios Sociales. "Aun cuando el porcentaje de absentismo escolar se redujo del 0,59 al 0,46, la tendencia sigue siendo negativa, ya que la mayoría de los alumnos no se reincorporan de manera regular al aula", explicó la ponente. Así, del total de alumnos que pasan a disposición de los servicios sociales (aquellos que suman más de un 20% de faltas de asistencia injustificadas de manera reiterativa), únicamente se reincorporan a la dinámica del grupo un 36%, mientras que un 43% continúa con sus malas prácticas y el resto siguen faltando a clase aunque no de manera tan acusada.

Para que se llegue a un caso de este tipo, es importante el bagaje anterior. Así, muchos adquieren la pauta desde los cursos más tempranos, por apego de sus progenitores. Sin embargo, las circunstancias más determinantes vienen dadas por las características del entorno familiar, en muchos de los casos con un nivel de estudios básico o nulo. De este modo, un 60% de estos alumnos, vienen de familias monoparentales, seguidos por las familias nucleares. En la inmensa mayoría de los casos, se repiten problemas económicos acusados, hasta el punto que el 76% de estos jóvenes ya habían sido tratados por los servicios sociales debido a cuestiones de pobreza o riesgo de exclusión.

Otra de las características más repetidas en estos casos, en casi el 60% del total, es la pertenencia a minorías culturales, un 34% a menores de etnia gitana y un 24% a extranjeros. Los varones siguen acusando más esta situación y la edad más propensa a ello es la adolescencia, cuando cursan la Secundaria. Para paliar estas deficiencias, los expertos solicitan más medios, más formación al profesorado y un seguimiento en casa más allá de las aulas.