Si Javier Fernández lo dio a entender, Alfonso Guerra lo dijo a las claras: "Estamos en una etapa en la que el odio a la derecha no puede ser el programa del PSOE. No es un programa político de quien quiere gobernar un país odiar a la derecha, por muchos méritos que hagan. Por lo tanto, el PSOE tiene que cambiar su discurso, en cuanto a dónde se dirigen. No podemos hacer un discurso de minorías, debe ser un discurso de mayorías. Es la única manera de reconquistar el apoyo de la sociedad, de reconquistar el poder para cambiar las cosas".

Para Guerra, "lo más importante es tener un proyecto de futuro para la nación, no tener miedo a hablar con todos y obtener los pactos que haya que obtener, porque cuando uno tiene convicciones no le importa entrar en la gruta del dragón" y recordó que arrancar concesiones al Gobierno del PP negociando con ellos "también es hacer oposición", para hacer a continuación un llamamiento a la "disciplina democrática" en el seno del PSOE.

En su habitual estilo punzante, Guerra hizo una alusión a las críticas de un diputado de ERC en el debate de investidura de Rajoy: "Dice el diccionario de la Real Academia de rufián: Persona sin honor, perversa, despreciable. Pues aparece un rufián y nos acusa de lo que siempre nos acusó la cultura comunista; de socialtraidores. Y no ha habido reacción del partido. Todos los militantes tenían que haber salido en tromba diciendo que ese tipo es un tipo contrario a la humanidad", señaló. Encadenó que "hay que rebelarse contra los rufianes de la política. Y ojo, porque el que se presenta como un matón en un set de televisión tiene enseguida un puesto en el Congreso. Y el que actúa como un matón en el Congreso, tiene enseguida un plató para él", acusando a dos cadenas de "estar al servicio" de Unidos Podemos para dividir a la izquierda y que gobierne el PP. "Aquí en Gijón vaya si sabéis de eso, ¿o es que el Foro está ahí por casualidad?", agregó.

Para Guerra, "la aparición de esa izquierda regresiva, la aparición de populismos, la xenofobia, los autócratas, sitúa la lucha del socialismo en un plano muy delicado, pero tenemos que dejar de lamentarnos y construir un mundo mejor, combatir por la libertad y la justicia social, combatir la corrupción y hacer que Europa sea eficaz". También defendió que España no es una nación de naciones aunque "ahora ese veneno llega hasta los socialistas. Pues bien, nacionalismo y socialismo son incompatibles, lo diga quien lo diga".