Primero fue un Papá Noel, luego un tren de luces y ahora un oso gigante. Al menos los vecinos y comerciantes de las inmediaciones de la plazuela de San Miguel tienen variedad en lo que a iluminación se refiere pues desde que diera inicio el encendido de las luces hace veinte días es el tercer ornamento distinto que se instala.

Varios operarios comenzaron a montar el oso gigante pasadas las siete y media de la mañana en el centro de la plazuela, al lado del busto que recuerda a Evaristo San Miguel, y pasadas las nueve de la mañana completaban la misión para asombro y sorpresa de quienes pasaban a esa hora por delante camino del trabajo.

La empresa francesa "Blachere Iluminación", adjudicataria del contrato de decoración navideña en la ciudad, amplió ayer su puesta en escena ante las críticas vertidas desde el Ayuntamiento y algunos comerciantes de las luces elegidas.

Finalmente, responsables del Ayuntamiento de Gijón han optado por no incluir el cuadro de mandos con tres opciones para que los niños interactúen. Tres botones que ofrecían una sorpresa, iluminar el corazón y hacer sonar la música. No obstante, la empresa ha programado al "osito" para que estas prestaciones las ofrezca en intervalos de cinco minutos.

Esta decisión se ha tomado para evitar sabotajes como los registrados en las semanas anteriores y que, según fuentes de la empresa, no han cesado. Sin ir más lejos, por tercera vez desde su instalación, han sustraído las bombillas que decoran las dos bolas de Navidad que adornan la plaza del Instituto.