Jammes Garibo es uno de los magos más importantes del panorama nacional en grandes ilusiones, desapariciones y teletransportaciones. Su espectáculo combina un ritmo frenético con una puesta en escena cuidadosa y detallada. A partir del martes será uno de los participantes en las galas de la VI Semana Mágica.
-¿Qué va ofrecer en su espectáculo en Gijón la próxima semana?
-Soy un especialista en grandes ilusiones y aparatos, que es la magia que habitualmente vemos en televisión. En mi número interviene el fuego, la pirotecnia y efectos visuales potentes.
-¿Qué es el que más impacta de su actuación?
-Mis espectáculos tienen mucho dinamismo y ritmo. Me quedaría con la metamorfosis, que es el número más rápido que existe, y el que causa más furor.
-¿Por qué impacta tanto las apariciones y desapariciones de personas, y también las teletransportaciones?
-A la gente lo que le impacta es la rapidez y los efectos de luces. Verlo en directo impacta el doble que verlo en televisión. La puesta en escena además es tan importante como el número en sí. Es como cuando vas a un restaurante: si te adornan bien la comida en el plato, se agradece y entra mejor.
-¿La magia es solo cosa de niños o se disfruta igual aunque se pierda la inocencia?
-El público más pequeño es el más difícil porque es el más inteligente. Lo bueno que tiene la magia es que engancha a cualquier tipo de público. Los niños desconfían más porque están actualizados con internet y te exigen mucho más. Pero la magia no tiene edad.
-¿En Navidad se disfruta más de la magia?
-En esta época es verdad que las personas están más motivadas. Verlo en familia también ayuda y gusta más. Pero si se trabaja bien el número la magia debe triunfar en la época que sea.
-¿Un mago nace o se hace?
-Hay que tener una serie de aptitudes. El mago puede ir aprendiendo a lo largo de su vida, pero debe contar con unas cualidades como su actitud en el escenario, ser una persona capaz de seguir una charla con el público, y saber acompañarlo con el efecto propio que tengan las manos de magia. Es un trabajo complicado, y el mago tiene que ir haciéndose a base de aprender sobre el escenario, y de enriquecerse viendo otro tipo de espectáculos.
-¿Cómo descubre que la magia es lo suyo?
-Viene de familia, mi padre estuvo algún tiempo vinculado a la magia, y de pequeño cogí un libro, hice un truco y me gustó. Le veía a él y le seguía sus intervenciones. Recuperé la magia para mi padre, al que tanto le gustaba y había dejado.
-¿En qué país se ha encontrado el público más exigente?
-El español, sin duda. Es un público que siempre está un poco a la defensiva. Después se convence y lo manifiesta muy bien y es agradecido. Pero de mano es difícil hacerle con él.
-¿Y el más fácil?
-El asiático. Es el que más se mete en el juego de la magia y como espectadores son buenísimos.
-¿Qué supuso para usted obtener el Gran Premio Nacional de Magia con apenas 13 años?
-Los premios te pueden alentar y motivar para seguir el camino, pero comprendí en aquel momento que era algo pasajero. La clave es trabajar día a día, sacar un espectáculo bueno, e intentar ganarte a pulso todo lo que haces. Los premios son maravillosos, pero lo que quiero es que la gente se queda contenta con mi espectáculo.
-¿Cómo definiría su estilo?
-Me meto mucho en el apartado de la velocidad y el efecto. Pero un espectáculo mío me gusta hacer también las cosas muy lentas y poéticas. Y es importante que la gente se ría y participe. Dentro de un show de magia tiene que haber todo y entretener al público desde el primer segundo.
-¿Hacia dónde evolucionan los espectáculos de magia?
-Cada vez nos sorprende más el hecho de que se utilicen nuevas tecnologías. Pero la base de los magos viene de números muy antiguos. La cuestión es que se modifican, pero la finalidad del efecto sigue siendo la misma. Hay números con más de cien años de historia que siguen triunfando. La magia el camino que sigue es el contemporánea, con un mago que utilice música moderna y esté actualizado.
