La lucha de este padre gijonés carece de muchos apoyos, más allá de su familia y amigos. En el plano institucional, y tras varias conversaciones con el Ministerio del Interior, no ha logrado grandes avances. "He pasado horas y horas al teléfono para hablar con la sección de sustracción internacional de menores y no han movilizado nada, sólo han mandado escritos la autoridad central suiza que responde que ellos sólo aportan documentación", lamenta. "Estoy totalmente indefenso porque la justicia suiza está obviando todas las sentencias españolas", critica. "En la Embajada española en Suiza, me dicen que no pueden hacer nada, que son administrativos y no tienen ningún poder; me escuchan y me aconsejan pero no intervienen", reprocha a sabiendas que sería un impulso en la ejecución de la sentencia que los tribunales españoles y helvéticos han coincidido a emitir sobre la custodia definitiva del menor. A ello se añade la carestía del proceso pues debe traducir las sentencias españolas para remitir a Suiza y viceversa. Deben ser traducciones juradas y oficiales que tienen un coste elevado, en concreto por importe de 1.800 y 2.000 euros. "Es muy duro", reconoce.