Al principio pensó que aquella enrevesada página negra del mundo rural asturiano podía ser la viga maestra de una novela, una ficción cosida por la realidad. Al fin y al cabo, había publicado una historia inventada, "El tesoro", hacía tres años. Pudo más, sin embargo, la arraigada vocación de periodista a tiempo completo y decidió que el caso de Tomasín, el "Rambo de Tineo", sólo sería verosímil contada en todos sus detalles. Surgió así la extensa y pormenorizada crónica de una muerte, la de Manuel Rodríguez Villar, a manos de su hermano Tomás y la fuga de éste durante cincuenta y tres días, burlando a la Guardia Civil, por los montes tinetenses.

Eduardo Lagar (Oviedo, 1970) hizo ayer de la presentación de "Tomasín, en lugares salvajes" (Cronistar Producciones) una defensa del periodismo que atiende a los datos y despliega los matices, desde la exactitud y la intensidad narrativa, para que el lector soberano pueda formar una opinión. "Lo que he hecho es reordenar de manera periodística esa historia", explicó en la librería La Buena Letra. Le acompañó Pachi Poncela, que preguntó al autor sobre las claves de un libro del que saldrá este mismo mes una segunda edición.

Para el autor de "Tomasín", redactor jefe de LA NUEVA ESPAÑA y avezado reportero por los setenta y ocho concejos asturianos, su obra se inscribe en ese género que el propio Poncela definió como "periodismo de caleya", es decir, la narración de lo que pasa en el mundo rural asturiano desde las claves del periodismo más exigente.

"Es una historia asturiana, pero también universal", dijo Lagar, antes de reivindicar la potencia narrativa de lo que el periodista tiene a la puerta de casa, sin cruzar muchas fronteras. Todo consiste en saber mirar y contar. "No hace falta ir a Nueva York", aseguró. Crónica, reportaje largo y exhaustivo, "Tomasín" no surgió como un libro a mayor gloria de su protagonista, según explicó su autor, sino para tratar de entender cómo aquel tipo de la misma edad que el periodista, anclado en sus trastornos y sus voces, se convierte en el homicida de su hermano. Y las razones también de que acabara erigiéndose, para muchos de sus vecinos, en un tipo con el que había que solidarizarse y hasta aplaudir cuando era conducido a los Juzgados por la Guardia Civil. Una reedición, desde Tineo, de las mitografías sobre el buen salvaje.

"He querido hacer la foto de aquel momento; intenté hablar con Tomasín, pero quizás no hubiera mejorado el libro y, en realidad, yo tenía todos los testimonios", relató Lagar, antes de encadenar: "He puesto la oreja para escuchar lo que decía la gente y después lo he contado de la mejor manera posible".

¿Qué interesó al periodista de ese hombre que cumple ahora condena en Villabona? "Era alguien con problemas psicológicos, que tuvo una adolescencia en la que era el último mono, pero que se convierte, tras ese crimen, en una especie de héroe", respondió el autor de "Tomasín". Y más: "He querido entender cómo la sociedad y los medios de comunicación reconstruyeron el personaje sin conocerlo". Tomás Rodríguez Villar atiende un huerto en prisión. Algunos de sus vecinos relataron ayer, en la presentación del libro, que no son infrecuentes los merodeadores en la casa del llamado "Rambo de Tineo".

"El libro no tiene una tesis; no he querido aleccionar a nadie", hizo resaltar Lagar, inquieto por los pliegues de una historia llena de grises, como la vida misma: "Llega un momento en el que se invierten los papeles entre el homicida y el fallecido". El caso de Tomasín se dibuja, en su opinión, sobre el fondo de la desintegración de la Asturias rural: "Es el último mohicano de un territorio". El periodista no descarta seguir indagando en los matices.