Puede que vayan desapareciendo las generaciones que dieron el gran impulso al negocio, pero su fuerza persiste en cada bocado que miles de gijoneses y visitantes dan cada año a sus tradicionales bombones de nata, o a sus helados de turrón, o a los mantecados. La Ibense ha perdido a uno de los grandes artífices de la fama de sus dulces creaciones: Vicente Guillem Martí, hijo primogénito del fundador del negocio, Vicente Guillem Pina, y fundamental transmisor a las generaciones posteriores de las recetas y elaboraciones que han labrado el prestigio de una gran saga heladera plenamente afincada en Gijón.

"Para la empresa él lo supuso todo, fue el primogénito del fundador. Todo lo que sabemos hoy en día en temas de obrador, elaboración y demás lo sabemos gracias a él", cuentan los actuales herederos de La Ibense, orgullosos de la labor realizada por Vicente Guillem Martí, fallecido el pasado martes a los 82 años de edad tras sufrir una enfermedad que le debilitó mucho en los últimos días.

"Nos enseñó todas las cosas, los secretos, y todo lo seguimos haciendo ahora igual que antes", señalan los actuales gestores de La Ibense, por cuyo obrador siguió pasando Vicente Guillem Martí mientras sus fuerzas se lo permitieron. Era un enamorado de su trabajo y el mismo amor fue el que transmitió a las siguientes generaciones de una saga de heladeros que se ha hecho un nombre propio y en mayúsculas en la ciudad gijonesa.

La Ibense permaneció ayer cerrada en señal de duelo por la pérdida de uno de sus pilares fundamentales, aunque hoy recobrará su actividad, como le gustaría a Vicente Guillem. Igualmente cerrará el sábado por la mañana, coincidiendo con el funeral por su gran impulsor, que se celebrará a las 12.00 horas en la iglesia de San Julián de Somió.

De hecho, los orígenes del negocio se remontan a la parroquia de la zona este de Gijón. El padre del fallecido, Vicente Guillem Pina, había dado el salto desde Ibi -localidad alicantina conocida por su industria heladera y juguetera- a Gijón en los años veinte del siglo pasado. En principio lo hizo para participar en la temporada heladera, entre marzo y octubre, colaborando con la empresa Los Valencianos. Se encargaba entonces de la venta ambulante en plazas públicas y romerías.

Sin embargo, terminó asentándose en Gijón y estableciéndose por su cuenta en Somió, en un local próximo al restaurante La Pondala. Aunque la heladería se trasladaría en 1949 a La Arena, donde permanece hoy en día ya consolidada como un referencia local para gijoneses y visitantes.

Su hijo Guillermo, fallecido este martes, fue el gran artífice, junto al cuñado de éste, Antonio García Canals -marido de su hermana Milagros Guillem Martí- del gran salto del negocio fundado en Somió en 1934.

"Ambos llevaron la empresa hasta lo que somos hoy en día", aseguran los actuales gestores de La Ibense. De hecho, el fallecimiento de Vicente Guillem Martí supone la total desaparición de esa segunda generación de heladeros que llevó a la fama al negocio gijonés. Su hermana, Milagros Guillem, murió en mayo de 2015, y su cuñado, Antonio García Canals, falleció en marzo de 2012. Asimismo, Jesusa Valiño Anido, quien era la esposa de Vicente Guillem Martí, falleció en julio de 2014.

Sin embargo, esa segunda generación ha sabido transmitir la pasión heladera a sus hijos y nietos, estando garantizada la continuidad del popular negocio heladero a través de una tercera y cuarta generación. La heladería ahora la llevan María Jesús, hija de Vicente Guillem, y su marido José; así como Toña, una de las hijas de Antonio García y Milagros Guillem. Asimismo, colaboran activamente las nietas del fallecido.

Todos ellos son dignos herederos de la pasión transmitida por Vicente Guillem Martí, el maestro heladero que llevó a la fama a La Ibense para endulzar la vida de los gijoneses.