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Las genialidades de "Garciona"

De Manuel García, gijonés de lengua afilada, dijo Poblet que era "más chulo que Jorge Negrete, más duro que Robert Mitchum y más tierno que El Llanero Solitario"

"Garciona" y un amigo, en una imagen para el recuerdo.

"Lo conocí en un chigre de La Arena y simpatizamos; lo nuestro fue una sintonía perfecta". Ladislao de Arriba tuvo a bien desvelar el escenario donde conoció a Manuel García González, "García", para unos, o "Garciona", para otros. Añadió en una entrevista que este personaje siempre le tuvo informado de la actualidad de la villa y que según tornaba al "paraíso" desde la capital, le tenía preparado un resumen de lo más importante. "Esi no paga una letra", "a fulano pusieron-y los cuernos", "al otro pegai la muyer", "a esi ya no-y gira ni la puerta del Exprés", una retahíla de expresiones y ocurrencias sin filtros propias de los genios. A esa espontaneidad contribuía su rapidez para la réplica. Quien fuera coetáneo de "Garciona" y no se le venga a la cabeza una píldora de su humor bien podría poner su carné de gijonés a disposición de la "city", que decía Ladis.

"Turraína", Arturo Fernández, "Vitorón", además del propio Ladis, componían, entre otros, su círculo más próximo. Fue amigo de pocos porque quizás pocos merecían ese honor. Y quizás, también, los que más veces fueron centro de la diana en los dardos envenenados que por doquier disparaba. Máxime cuando se le importunaba, aunque, como buen taurino, se arrancaba siempre al primer cite. "Oye, García, ¿qué hago con el café de ayer?", le preguntó "Vitorón" para recordarle que estaba sin pagar. "Esi tíralu. ¡Ahora ponme uno caliente!", respondió quien hizo de la gorronería un oficio, según constatan las crónicas de la época. Sus allegados decían de él que "no está calvo, es que lleva la raya ancha". Y eso que ganó perres en el fútbol, una afición no muy desarrollada que inició de joven.

Las primeras patadas al balón las asestó en los equipos de su barrio de La Arena. Luego ascendió a los juveniles del Sporting para más tarde ceñirse la camiseta en el Vetusta de Oviedo mientras prestaba el servicio militar. Su siguiente indumentaria fue blanca, del Sueca Club de Fútbol, en la Comunidad Valenciana. Durante un partido puso el ojo sobre él el entonces entrenador del Málaga que al verlo sobre el césped no dudó en ficharlo. Hasta que en 1946 llegó a la ciudad de Picasso, a comprobar las buenas referencias, don Aurelio Menéndez de la Escolar que lo alistó en las filas del Real Sporting.

Corría la temporada 1947/1948 y los rojiblancos, bajo las órdenes de Carlos José Rumbold Bernhard, vencieron en El Molinón por 2-0 al Real Madrid con goles de Pío y el propio "García". En la segunda vuelta, en febrero, en la capital, el Sporting, que aquella temporada intentó eludir el descenso con la Real Sociedad, Sabadell, Alcoyano y el propio conjunto albino, venció en Chamartín por 0-1 con gol de Pío. No obstante al final de temporada se consumó el descenso. Pero el juego de "Garciona" no pasó desapercibido para los dirigentes merengues que mantuvieron la categoría in extremis. El Sporting recibió 500.000 pesetas por su fichaje y él recibió 100.000 pesetas por temporada, con un sueldo de 3.000 pesetas mensuales, como atestiguó su amigo Ramón García en dos amplios e impagables artículos que le dedicó en su sección en LA NUEVA ESPAÑA "Les histories del Colorao". Incluso jugó al fútbol allende los mares en el Puebla de México en 1951. Pero "Garciona" apenas tenía afición al balompié. Prueba de ello es que disparaba más a otras porterías porque sus éxitos con las mujeres eran de sobra conocidos. Un día, interpelado por su secreto para que todas las féminas fueran detrás de él, "Garciona" resolvió la duda. "Muy fácil, camino delante de ellas". En dos años en el Real Madrid jugó cinco partidos.

En cambio le privaba simular el desarrollo radiofónico de un partido. Al más puro estilo "Garciona", claro está. La selva era el terreno de juego y un elefante hacía las veces de colegiado para arbitrar el encuentro entre fieras e insectos. "El león marca el primer gol de cabeza en una jugada magistral". En otro lance del juego "al mosquito le sacan tarjeta amarilla por picar en los cojones al tigre". "Concluye el primer tiempo y las fieras ganan ya por cinco a uno". Una vez saltan de nuevo los jugadores al campo, el "saltrapaos", el entrenador que decía "Garciona", saca al ciempiés que obró la remontada con un diez a ocho en el luminoso a favor de los insectos. Al concluir el partido, la pulga le dice al "saltapraos" que "¿cómo no sacaste al ciempiés en el primer tiempo?" Y éste responde, "porque lo pasó amarrándose las botas".

Su papel en el fútbol, a pesar de ser más aficionado a los toros y al flamenco, dejó goles verbales por toda la escuadra. Sentía devoción por Manuel Rodríguez "Molinucu" con quien defendió los colores del Sporting. Cuentan que siempre le consideró como una persona digna, de confianza, y con notables valores morales. No obstante, en un partido que disputaron en Santander, al entrar al campo, "Garciona" aprovechó la escasa estatura, 1,64 metros, y la imberbe y aniñada expresión de "Molinucu" para decirle al portero del campo, "Tenga cuidado que este chaval se quiere colar". Casi había empezado el partido cuando "Molinucu" convenció al portero de que en verdad era un jugador más.

"García" era un no parar. Otra más la protagonizó con los hermanos Rodríguez Cuervo, que eran prácticos en El Musel. Pepón, del Oviedo, y "Manolón", del Sporting, que vestía, aseguran, "zapatones" de imponentes proporciones por calzar un gran número de pie. "Jugué a fútbol de centro-delantero", aseguró "Manolón". "Imposible, Manolo", le corrigió "Garciona" argumentando que "en esi puestu no puede ser, porque les punteres tendríesles siempre en 'orsay'".

Además de al balón también le dio a la hostelería. Puso un bar en la calle Santa Lucía, semiesquina con San Antonio, que se llamaba "Échate pa Allá", porque era muy pequeño. Nunca está de más recordar a otro mítico gijonés como fue su gran amigo el "Turraína" que al entrar el chigre le felicitó con coña. "¡Qué bien te quedó el bar!, ¡qué espacioso es!, para platos". "Si todos fuesen como tú podía poner hasta altillo hijo puta", le espetó "Garciona". Y otro día, aunque era de noche, cruzaron palabras.

-¿Onde vas Turraína?

-Voy a echar unos polvinos.

-¿Qué tienes? ¿cucaraches en casa?

También vendía polvorones. "Muy ricos, y la pasta, muy fina". "Por dos cajes de polvorones regálote un jamón", ofertó en una ocasión. Y con otro hostelero gijonés, Germán el del "Bellavista" respondió de forma magistral a una inquietante pregunta.

-"Garciona", ¿qué ye un motocarro?"

-Un hijo puta montau en un ruido.

Y un Viernes Santo compartió comedor, en el no menos mítico Casa Manuela, con Daniel González Riestra que a su vez contaba en su mesa con la presencia de un sacerdote. "Garciona" se metía entre pecho y espalda un chuletón con patatas fritas cuando fue apercibido por su actitud. "García, ¿no ves que hay que guardar vigilia?", le recordó la dueña del bar. "Bueno, anda, quítame les patates", zanjó.

A Fernando Poblet, autor de la "Guía indiscreta de Gijón", le amenazó con denunciarle tras la publicación de la obra. Aparecía en una instantánea portando una pala y en el pie de foto reza "García, trabajando". "Decirle a ese Poblet que lu voy a demandar: yo no trabajé en la vida", aseveró al verse en el libro. Precisamente fue Poblet quien le definió como "más chulo que Jorge Negrete, más duro que Robert Mitchum y más tierno que El Llanero Solitario" el día del sepelio de Manuel García González en un artículo publicado en "La hoja del lunes" del 9 septiembre de 1985 y que tituló "El último dandy". "Era un dios pagano, un jinete sin caballo, un terrateniente sin tierra", añadió.

No obstante, "Garciona" asumió que "aquí no muere nadie, sólo el que quier. Lo que pasa es que puedes despistate", como rescató Dioni Viña en el obituario al efecto hace más de treinta años. Quizás, por aquel entonces, ya sabía que, al menos su figura, había pasado a la eternidad de esta ciudad que llora y recuerda cada poco a sus míticos sin nadie que los reemplace.

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