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"He tenido muchas discusiones con los 'buenistas' y me iba de clase con portazo"

-¿Usted viene del Derecho?

-Si seguimos el "Protágoras", los abogados son los sofistas. El único amor de mi vida es la Filosofía. Iba para fiscal, después de hacer un Bachillerato Tecnológico. Quería saber de todo. Hice Derecho porque quería cambiar el mundo. Estoy colegiada. Llegué a quinto de carrera y el profesor Benjamín Rivaya me dio unas clases sobre Derecho y cine, en Oviedo, con las que flipé. Nunca había estudiado Filosofía. De hecho el primero que me explicó el mito de la caverna, de Platón, fue Vicente Domínguez ya en la carrera. Descubrí a Marvin Harrris, el antropólogo, y recuerdo que no dormía. Me pasaba las noches leyendo. Yo sé que la Filosofía me encontró a mí. Me di cuenta: "Esto es lo mío". Marx afirmó que los filósofos deben cambiar el mundo, así que yo me dije que, siendo el mundo tan grande como es, sí podía cambiar a las personas.

-Ha dicho en alguna ocasión que la Filosofía se ha vendido a la ciencia. ¿Por qué?

-Totalmente. La ciencia es siempre sistemática, la casilla, el cierre, las etiquetas... Lo que a mí me interesa es el arte, que es la apertura, el plus ultra de que hablaba Dalí. Para mí la Filosofía va siempre más allá de la ciencia, y la única manera de ir más allá es dejándose llevar.

-Estudió Filosofía en Oviedo, pero veo que Gustavo Bueno no le ha dejado huella...

-Nada. He tenido discusiones con muchos "buenistas" y marchado de la clase dando un portazo. Soy muy rebelde. Lo sistemático no me convence. A mí me interesa (Jean) Baudrillard.

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