La Policía Nacional se encuentra a la espera de la autopsia para esclarecer la muerte de una mujer de 58 años que a primera hora de la mañana de ayer se precipitó desde una ventana de su vivienda, situada en el cuarto piso del número 64 de la calle Quevedo, en el barrio de El Coto. Un suceso que motivó horas más tarde la detención de su hijo, de forma cautelar hasta esclarecer los hechos, por quebrantar una orden de alejamiento que tenía vigente.

Pasadas las ocho de la mañana, la fallecida se cayó por la ventana desde una altura de un cuarto piso -con entresuelo- rompiendo a su paso todos los tendederos con los que se encontró, dos en forma de avión y otro más alargado que si bien pudieron amortiguar el golpe -llegó viva al suelo- no fueron efectivos para evitar su muerte. El cuerpo fue a caer a un plaza que comparten cuatro bloques de edificios en el tramo comprendido entre las calles Quevedo, Usandizaga, Feijóo y Suárez Valdés, una zona transitada y de muchas viviendas. La tragedia conmocionó a todo el barrio.

El impacto del cuerpo contra el suelo alertó a los vecinos, que dieron aviso a la Policía al tener constancia del suceso. Pasadas las diez y media de la mañana se procedió al levantamiento del cadáver que ahora espera la autopsia, prevista para esta mañana, que permitirá esclarecer lo ocurrido toda vez que las pesquisas en el domicilio -hasta el lugar se desplazaron los bomberos para poder acceder al interior- no encontraron evidencias de que interviniera una tercera persona en el salto de la fallecida y todo apunta hacia la voluntariedad o a una caída accidental.

Los propios vecinos que notificaron lo sucedido, confirmaron a los agentes que el hijo se encontraba con ella en el domicilio pese a tener una orden de alejamiento de 200 metros y que quebrantaba constantemente pese a estar vigente hasta 2008. Incluso, algunos le oyeron salir corriendo y exclamando "matose, matose mi madre". De hecho, confirman que el primero en tomarle el pulso fue su propio hijo aunque poco después huyó de la escena "corriendo y asustado".

Con la llegada de varios coches patrulla de la Policía Nacional y la Local, e incluso agentes de paisano, comenzó un despliegue por los alrededores en busca del hijo hasta que fue detenido al mediodía, de manera cautelar hasta obtener esta mañana los resultados de la autopsia. Al ser llevado a comisaría, negó tener relación alguna con el trágico suceso. Antes del arresto, encontraron su vehículo aparcado unas calles más allá, una motocicleta roja, con aspecto viejo y el sillín reparado con cinta aislante, una "Piaggio Tifón" antigua que retiró tiempo después la grúa.

La relación entre la fallecida y su hijo era tormentosa, como confirman los vecinos que en más de una ocasión escucharon sus múltiples discusiones, disputas domésticas que varias veces requirieron la presencia policial y sanitaria. La última escena de estas características sucedió a principios de semana. En El Coto coinciden en señalar esta mala relación como causa de la depresión que arrastraba la mujer, "una situación de estrés y angustia", y que en ocasiones la empujó a decir entre sus conocidos que atentaría contra su propia vida. "Se medicaba mucho, tomaba pastillas y se la veía con cara de pena por la calle", corroboró una vecina sorprendida con la noticia mientras salía a hacer la compra. "Bajaba muchos días en pijama, por la mañana, por la tarde y por la noche, se sentaba en un banco y ahí se quedaba", desveló otro habitual del barrio.