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RODOLFO PICO | PINTOR, EXPONE EN EL MUSEO EVARISTO VALLE POR EL 40.º ANIVERSARIO DE SU PRIMERA MUESTRA INDIVIDUAL

Perfil para un retrato

El artista afincado en Gijón adquirió gran dominio de los materiales ejerciendo de interiorista

Perfil para un retrato

Ya son cuatro décadas disfrutando de su arte. Hoy, domingo 15 de enero de 2017, a las 13 horas, se inaugura en el Museo Evaristo Valle la última exposición con la que el pintor Rodolfo Pico celebra 40 años desde su primera muestra individual en el Ateneo Jovellanos (1975). El "libro", dice Guillermo Basagoiti, de esta muestra titulada "Una geometría sonriente", con prólogo o estudio de Juan Manuel Bonet, se regalará a todas las personas que asistan al evento.

Rodolfo Pico (Luarca, diciembre 1953) es hijo de padre hispano-cubano, que marchó a Cuba a los 13 años y volvió a los 58. Así como Eneas carga con su padre Anquises para salvarlo del incendio de Troya, Rodolfo Pico lleva sobre sus hombros la nostalgia que su padre ha sentido por Cuba. Es oportuno apuntar que Eneas cargando con su padre es un tema habitual en los vasos griegos de figuras negras y fue pintado por Miguel Ángel en el techo de la Capilla Sixtina. Esta nostalgia cubana se expresa con claridad en la obra del pintor, como puede observarse en los cuadros que contienen palmeras y guitarras, cartas y medios de transporte para cruzar el charco, como trasatlánticos o aviones. También andan por ahí los faros que iluminan la salida y arribo de los navegantes, de los que Rodolfo Pico ha pintado una larga serie.

La portada del "libro" es un homenaje al cabaret de Montmartre "Le Chat Noir", donde músicos como Eric Satie, que allí tocaba el piano, poetas, pintores e intelectuales varios jugaban a ver quién hacía el cuento o el poema o la canción más pequeña. Así titula Juan Manuel Bonet su estudio: "La pequeña canción de Rodolfo Pico". Es como si Augusto Monterroso les hiciera un homenaje a estas gentes de "El Gato Negro", con aquel cuento brevísimo que decía "Y cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí".

De todas maneras, Rodolfo Pico pinta más gatos que perros. El gato es de la casa y el perro de su amo. En el Evaristo Valle tenemos a "Can-Can", un perro salchicha, alargado y bifronte, macho y hembra, él fumando en pipa y expeliendo redondeles de humo coloridos y mayores que los que emite la hembra, que fuma en boquilla. Otro perro que Pico ha pintado varias veces, es el que acompaña a Monsieur Hulot.

De joven, Rodolfo Pico ejerció durante cuatro años el oficio de decorador de interiores, que entonces se hacía con dos años de estudios sobre el Bachillerato. Y digo oficio porque consistía en montar escenarios, como hacía Gil Parrondo, recordado y celebrado con motivo de su reciente defunción. El decorador de interiores trabajaba sobre diversos materiales y era capaz de pintar fondos imitando mármoles, arenas o granito. De ahí le viene a Rodolfo Pico el dominio de varios materiales, como la madera, o la inclusión de clavos y planchas de hierro en alguna de sus obras. Digamos que el oficio de interiorista fue una metáfora de su dedicación posterior a la pintura, una pintura que trata directamente de los sentimientos. "No son inútiles la verdad y la ternura", escribió José Martí a su madre desde Montecristi (República Dominicana), el 25 de marzo de 1895.

Luego pasó Rodolfo Pico a dedicarse durante varios años a la publicidad, que es comunicación, como director creativo de una agencia. Allí trabajó para revistas de gente del campo, sindicatos, minería, o transporte. Fue jefe de imagen de la mítica revista económica "Tesón", que se editaba en Oviedo. Eugenio Prieto, tras perder dos veces la elección a presidente del Real Oviedo, recurrió a Pico para que le hiciera la campaña y esta vez ganó con el lema "Un gran equipo, la mejor afición y por fin un presidente". Más tarde, Eugenio Prieto sentía cierta secreta ambición o veleidad de alcaldía, pero tal vez renunció por discrepancias con José Ángel Fernández Villa, conocido sportinguista. Nunca llevó una campaña política. Le preguntó a un viejo publicitario: "¿Qué harías tú si un político te pide dirigir su campaña?". Y él respondió: "Iría a tomar un café con él y si noto que cree en lo que dice, le diré que la campaña se la haga una empresa de la competencia. Un político no puede creer en lo que dice, porque entonces no es apto para ser vendido al votante".

Son iconos frecuentes en la obra de Rodolfo Pico el gato negro; ciertas figuras de papiroflexia, como el barco y la pajarita; los bodegones de frutas, y las casillas fundamentales del juego de la oca. Especial mención merece el paraguas, de línea surrealista. Magritte pintó un paraguas que llevaba arriba un vaso para recoger la lluvia, pero Rodolfo Pico ha ido un poco más lejos y ha metido la lluvia dentro del paraguas, una mágica lluvia de colores.

Dice Juan Manuel Bonet en su escrito del "libro", que Rodolfo Pico es un pintor afrancesado o de gustos franceses. Y tiene razón. Hay en la exposición del Museo Evaristo Valle dos cuadros dedicados a Xavier Valls, pintor de quietud y pureza esencial, padre de Manuel Valls, hasta hace poco primer ministro de Francia y ahora aspirante a la presidencia de la República en las próximas elecciones. A menudo ha pintado Pico escenas de "El Principito", la famosa obra de Antoine de Saint-Exupèry, publicada en 1942, que es necesario leer dos veces, en la infancia y en la madurez. Pero también adora Rodolfo Pico la música de Eric Satie y el cine de Jacques Tatì.

En esta exposición no hay serigrafías de Pico. Si se le pregunta si se siente más cómodo con la pintura o la serigrafía, contesta que la serigrafía es más asequible al público, aunque parece que siempre te queda algo por decir; por lo que se siente más a gusto con la pintura, que alcanza resultados más rotundos o contundentes.

Es también Pico aficionado al cine en blanco y negro, aquel que se puede confundir y entremezclar con el cine negro, con sus grandes actores como Boris Karloff o Charles Laugthon y directores, como Fritz Lang.

Muchas veces ha dicho Rodolfo Pico que su pintura se puede encuadrar dentro del estilo pop lírico. Otros, como Rubén Suárez, dicen que es un "gran fabulador de imágenes". Para mí que es necesario dar un paso más adelante y señalar que Rodolfo Pico es un poeta de las imágenes o que sus imágenes alcanzan alta tensión poética. Ahí están las paradojas de Monsieur Hulot, que tratan de la esclavitud y la libertad; o las gafas de tres cristales, o el Pinocho borracho con nariz de decir muchas mentiras, o el reloj que marca el tiempo inexorablemente.

Y si se le pregunta a Rodolfo Pico por sus aspiraciones de futuro, responde, citando de nuevo a Rubén Suárez, que ya es necesario que de su obra se haga una antológica para poner punto final a una etapa, pues lo demandan los propios cambios que se aprecian en su trayectoria como artista.

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