Los tres ciudadanos de origen rumano acusados de pertenecer a una banda de ladrones que el pasado año asaltó ocho viviendas situadas en Gijón aceptaron ayer ante el tribunal del juzgado de lo penal número 3 de la ciudad ser los responsables de los hechos que se les imputaban. Los delincuentes asumieron su responsabilidad con el objetivo de evitar el juicio y a cambio de una reducción en la petición de la condena que en un primer momento solicitaba la Fiscalía y que ascendía a los cinco años de cárcel. Los tres presuntos ladrones serán condenados ahora a una pena de tres años y medio de privación de libertad.

Los hechos que acaban de clarificarse en sede judicial tuvieron lugar en abril de 2016. Fue entonces cuando los ladrones entraron en ocho viviendas de la ciudad forzando las cerraduras. Gracias a estos asaltos los delincuentes consiguieron un botín valorado en 21.830 euros y compuesto de joyas, aparatos electrónicos y dinero en efectivo.

Los agentes que seguían la pista a los imputados desde que se retirara el primer robo los interceptaron el 18 de abril a las once de la mañana, cuando trataban de forzar la cerradura de otro piso. Gracias a este operación policial se pudieron recuperar algunos de los objetos robados.

En el momento del arresto la Policía Nacional informó de que los tres delincuentes camuflaban los botines de sus robos en unos cojines que guardaban dentro de la habitación de la pensión en la que dormían todos juntos. La Policía estuvo casi un mes siguiéndoles la pista a estos delincuentes. Finalmente los ladrones fueron localizados en un portal de la calle Casimiro Velasco. Los agentes de paisano que patrullaban por la zona se percataron de la presencia en un portal de un ciudadano de origen extranjero que se encontraba realizando labores de vigilancia. Los investigadores subieron al cuarto piso y se encontraron a los otros dos miembros de este clan de delincuentes cuando intentaban forzar una cerradura.

Para acceder al interior de los inmuebles los acusados utilizaban dos métodos: el "impresioning" -que consiste en colocar láminas de aluminio deformables en el interior de la cerradura para dejar impresas las marcas de la llave del dueño cuando entra en casa y poder fabricar un duplicado-, y el "bumping", con el que los ladrones lograban desbloquear los cilindros de la cerradura golpeando ligeramente una llave especial con un objeto contundente. Una vez dentro de los pisos los extranjeros actuaban rápido. Intentaban localizar dinero, joyas, portátiles, tabletas o cámaras. Querían aprovechar el tiempo para entrar en varias viviendas en el mismo edificio.