"En nuestro contrato laboral decía que trabajábamos 40 horas a la semana por 800 euros al mes, pero es no era real. Yo entraba a las tres de la tarde y no salía hasta las dos de la madrugada todos los días. Hacía trece horas y no me podía parar ni a comer, no nos dejaba, nos escondíamos para tomar un pincho". Una de las camareras que denunciaron por explotación laboral al dueño de un bar situado en la avenida de Portugal relataba ayer en la Audiencia con estas palabras lo que había tenido que sufrir mientras duró su relación laboral con el denunciado.

El empresario, para el que la Fiscalía pide dos años y tres meses de prisión, se sentó en el banquillo acusado de explotar a cinco trabajadoras a las que, en palabras del ministerio público, "impuso condiciones que ni se correspondían con lo acordado ni con lo cotizado a la Seguridad Social". La Fiscalía pide que tres de estas trabajadoras sean ahora indemnizadas con 1.200 euros.

Durante su declaración ante el juez, el ahora procesado -ingeniero de profesión- negó los hechos. "Mi esposa tenía experiencia en la hostelería, por lo que cuando me echaron de la empresa en la que estaba trabajando y me decidí a montar un bar contraté a las chicas aconsejado por ella. Eran unas trabajadoras estupendas, pero al principio sólo les podíamos hacer contratos de 20 horas porque teníamos que ver si funcionaban y si daban el perfil", argumentó el imputado negando, a preguntas del fiscal, "que las chicas trabajaran más de nueve horas al día sin comer". "Dos de ellas acabaron dejando la empresa porque no se adaptaban al período de prueba, se quisieron marchar por su propia voluntad", sentenció el reo, haciendo hincapié en que cuando él estaba presente en el bar "les daba a las camareras los pinchos que sacaba para los clientes".

Las camareras, por su parte, criticaron que se les hubiera hecho un contrato de 20 horas "cuando en realidad hacíamos más de 60 semanales". Una de las denunciantes aseguró que se la había obligado a trabajar tres semanas sin descansar un solo día.