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AGUSTÍN UNZURRUNZAGA | Veterano activista de SOS Racismo-Guipúzcoa

"En algunos sitios los emigrantes son el chivo expiatorio de otros problemas"

"La izquierda se ha debilitado enormemente y la socialdemocracia ha dejado de jugar un papel fundamental en la construcción democrática"

Agustín Unzurrunzaga. ÁNGEL GONZÁLEZ

El guipuzcoano, de Bergara, Agustín Unzurrunzaga empezó en 1990, con un pequeño grupo, a construir SOS Racismo-Guipúzcoa "para intentar dar respuesta a las muertes que se estaban produciendo en el estrecho de Gibraltar. Eran las primeras pateras y había entrado en vigor la primera ley de extranjería". Anoche, en el Centro de Cultura Antiguo Instituto, dentro de la XXI Semana Cultural del Aula Popular "José Luis García Rúa" Agustín Unzurrunzaga habló sobre el ascenso de la extrema derecha en Europa.

-¿Por qué ahora en buena parte de Europa se está viendo a los emigrantes como la gran amenaza?

-Creo que en algunos sitios son el chivo expiatorio de otro tipo de problemas que existen en esas sociedades, donde están muy afincados los múltiples prejuicios y estereotipos sobre la emigración y, en los últimos años, sobre una parte de esa emigración, fundamentalmente la que procede del Magreb y que profesa la religión musulmana.

-¿Tiene algo que ver con el derrumbamiento de la socialdemocracia en la Europa occidental?

-En parte tiene que ver, en la medida en que la izquierda se ha debilitado enormemente y la socialdemocracia ha dejado de jugar un papel fundamental en la construcción democrática de estos países. Se deja un hueco enorme para que pueda ser ocupado por una serie de organizaciones, algunas de ellas yo creo que es un error llevarlas exclusivamente al terreno del neofascismo y el neonazismo que es la parte minoritaria, que han construido lo que tiene que ver con lo que se denomina nacionalpopulismo, es decir, una visión orgánica de la sociedad, muy cerrada, de un fuerte componente nacionalista en la construcción de la sociedad y en la que uno de los pilares de su actuación política es lo que se suele denominar prioridad nacional.

-¿Qué ha tenido que ver la crisis económica y el miedo de la clase trabajadora y media?

-En parte, la crisis de 2008 es un acelerador, aunque no es a partir de 2008 cuando estas organizaciones tienen una presencia importante. Fundamentalmente tenemos que mirar al primer impacto de la crisis, que es en 1973 (la llamada crisis del petróleo). La primera oleada de las organizaciones de lo que hoy se suele considerar como el campo de la derecha extrema se da en los años setenta del siglo pasado en el Norte de Europa, en Escandinavia. En 1972 se forma en Francia el Frente Nacional y la crisis de 2008, repito, es un acelerador, pero los pánicos de la clase trabajadora son anteriores.

-¿En Francia mucho voto al Frente Nacional viene de la izquierda?

-No todo es tan automático. El Frente Nacional ya tiene casi cincuenta años de historia y en su nacimiento tiene un fuerte fundamento neofascista que poco a poco va dejando de lado. En las elecciones presidenciales de 2002 se produjo un hecho que permitió dar un salto en número de votos al Frente Nacional, que fue un atraco en un domicilio de una pareja de jubilados, un atraco muy violento, y cuando se detuvo al atracador resultó que era de origen magrebí.

-La sociedad francesa lleva más de un año atemorizada por los atentados yihadistas, ¿qué puede ocurrir en las proximas elecciones presidenciales francesas?

-Si vemos las encuestas de intención de voto y con los datos que tenemos encima de la mesa cuatro meses antes de la campaña, es muy probable que Marine Le Pen vuelva a hacer lo mismo que su padre en 2002, es decir, que en la primera vuelta quede probablemente segunda y teniendo en cuenta la dispersión de voto, de nuevo, de la izquierda y la fragmentación del propio Partido Socialista, vamos a tener algo parecido, pero con una diferencia: ya desde hace tiempo en las elecciones municipales, regionales y cantonales el Frente Nacional viene sacando porcentajes superiores la veinte por ciento, por consiguiente, si mantiene esos porcentajes superiores al veinte por ciento entra dentro de lo muy probable que Marine Le Pen pase a la segunda vuelta, pero con el sistema electoral francés no va a sacar nunca la Presidencia.

-¿Europa se está derechizando desde Polonia a Francia, pasando por Holanda, Alemania, Hungría...?

-Es evidente, pero hay que tener en cuenta las diferencias. Por ejemplo, en Polonia el voto a la derecha extrema es ultracatólico, que no se da en otras partes de Europa. Es a partir de los años setenta cuando una parte de los liberales se van derechizando, por ejemplo en Dinamarca, Noruega y Suecia. Por un lado fue levantar la bandera contra la confiscación del Estado, es decir, están en contra de un Estado que apabulla a impuestos y, a su vez, a eso se le junta que ya son sociedades que tienen unos porcentajes importantes de emigración extracomunitaria y a los emigrantes se les ve como un disolvente dentro de la sociedad y un competidor dentro de ciertas franjas de la clase obrera.

-¿Es decir, al final es una cuestión más económica que ideológica?

-Creo que es y no es. Es ideológica en la medida en que la sociedad que se construye se hace de una manera muy orgánica sobre la base de que los de casa son los que tienen que construir esta sociedad para los de casa. Efectivamente, parte de esa emigración extracomunitaria que entra en los mercados laborales, en general, ocupa los puestos de trabajo en esos años setenta, ochenta y noventa que los trabajadores del país habían ido dejando de lado, pero otra cosa es que con los impactos de la crisis económica de 2008 esos trabajadores autóctonos intentan ocupar los puestos que antes habían dejado y compiten con los emigrantes. Y luego está otro elemento, que son las prestaciones sociales.

-¿De nuevo la economía?

-Si una parte de la sociedad está dando una batalla por la disminución de los impuestos, están a su vez planteando una batalla para que el Estado no tenga que solidarizarse con el Tercer Mundo. Se pide que fundamentalmente tienen que ser prestaciones para los autóctonos y tiene que ser excluida la población extranjera residente en el país.

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