El concejal socialista César González utilizó la última comisión municipal de Urbanismo para trasladar al gobierno forista el malestar de los vecinos y comerciantes de Pumarín por la ejecución final de las obras de reforma integral de la calle Río Eo, una histórica reivindicación del barrio a la que el equipo de Carmen Moriyón había dado su compromiso al inicio del mandato.

Para impulsar la primera fase de esa reforma se había habilitado una partida de 160.000 euros en una modificación presupuestaria aprobada en Pleno en marzo del año pasado. La idea era centrar ahora la actuación en el asfaltado de la calzada y dejar para más adelante la mejora de las aceras. La sorpresa de los vecinos fue descubrir que la obra no afectaba a toda la calzada. De hecho, quedaron fueran los tramos entre la calle Japón y la carretera Carbonera y las calles Severo Ochoa y Badajoz, una de las zonas más deterioradas. "Lo cierto es que no se entiende que te comprometas a realizar una reforma integral de una calle de 900 metros y dejes 300 metros de calzada sin asfaltar. No es de extrañar que los vecinos y comerciantes de la zona estén enfadados", lamentaba ayer el edil socialista.

Aunque el enfado de los vecinos no se queda aquí. Tampoco están satisfechos con el acabado final de unos trabajos donde, aseguran, ya se podían ver charcos a los dos días de acabar la pavimentación. Las labores de pavimentación se hicieron durante el pasado mes de enero generando cortes de tráfico y la obligación de desviar durante unos días los autobuses de la línea 10.

"Llegan tarde, hacen la obra a medias y encima la hacen mal. Cada vez que llevamos un tema de mantenimiento urbano al Pleno, a la Alcaldesa le parece mal, pero es evidente que la conservación viaria de la ciudad era y sigue siendo un auténtico desastre", explicaba ayer el concejal socialista.