"Estamos desesperados, llevamos casi tres meses sin cobrar y no nos miran ni a la cara". El pesimismo y la rabia se han instalado en los trabajadores de Agalsa después de conocer que la empresa presentó el lunes la solicitud de concurso voluntario de acreedores para liquidad la sociedad. Una intención que provocará el despido de los 102 empleados -y el centenar de familias correspondiente- que ayer se reunieron en asamblea para hacer frente común y analizar la situación.

"Nadie nos dice nada directamente, nos enteramos de todo por la prensa y estamos desesperados", describe David Castilla, presidente del comité de empresa que supedita cualquier actuación a conocer la oferta que realiza la empresa en la primera reunión que mantendrá con los trabajadores el próximo lunes 20 de febrero. "Esperaremos a ver qué nos dicen, tenemos un mes para negociar el ERE aunque no creo que ellos quieran negociar nada, sólo pagar lo mínimo y cerrar la empresa", confiesa Castilla. "Valoraremos lo que nos ponga la empresa encima de la mesa pero nuestra proposición es que llegue el gestor concursal y que se encargue él de echarnos o no, pero defenderemos nuestro puesto de trabajo porque creemos que la empresa es viable y que el gestor que venga lo vea", aporta Adrián Muñiz, también del comité.

"Queremos trabajar", "vamos a mantener la empresa" o "lucharemos hasta el último momento" fueron algunos de los comentarios repetidos ayer durante su asamblea en las instalaciones de Lloreda donde hacen piña desde hace semanas. Todos coinciden en el mal trato dispensado desde la empresa, por falta de información y también por los reproches que les profieren. "No rompáis más cosas que el daño está hecho", me dijeron el domingo según desvela David Castilla. De ese malestar nace una carta conjunta con la que los trabajadores pretenden dar a conocer su punto de vista.

El escrito, titulado "crónica de una mentira", sirve para denunciar "los insultos y las risas" de los responsables de la empresa. En ella describen cómo durante años "hemos hecho mil sacrificios físicos y familiares robándole tiempo a nuestra vida si la empresa lo necesitaba" y cómo siguen los trabajadores "sin incumplir una sola hora de nuestro turno" pese a llevar "desde enero sin cobrar". O que desde septiembre "cobremos las nóminas con retraso" o "la paga extra de julio llegase en enero". Y además, "hace más de un mes que nadie nos destina a una tarea, nadie nos hace caso si no es para burlarse de nuestra situación", lamentan presos de la impotencia y con la mirada puesta en la reunión del lunes.