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VÍCTOR HERRERO DE MIGUEL | Franciscano capuchino y filólogo

"Este mundo o se rehumaniza o se inmola; nos hacemos sufrir los unos a los otros"

"Puede que la Iglesia vuelva sobre sus pasos dentro de 100 o 200 años y se dé cuenta de que determinadas posiciones no fueron las más adecuadas"

Víctor Herrero de Miguel, ayer, en el Ateneo Jovellanos. MARCOS LEÓN

La vida, obra y mensaje de De San Francisco de Asís retumbó ayer en el Ateneo Jovellanos de la mano de la mano del sacerdote franciscano capuchino Víctor Herrero de Miguel, filólogo y profesor en la Escuela Superior de Estudios Franciscanos.

-Titula su ponencia "De San Francisco de Asís al Papa Francisco". ¿Qué les une?

-Intuyo que el papa Francisco elige como modelo al otro Francisco porque se siente unido a él por el amor a la vida y por la opción de hacer de la vida el centro de la vida. Francisco de Asís es un fascinado por el misterio de la existencia y el papa Francisco quiere reivindicar el valor supremo de la vida. Sobre todo en quienes tienen la vida más amenazada, los vulnerables, pobres, frágiles, abandonados.

-¿Es el mismo mensaje?

-Con 800 años de diferencia, pero claro que es el mismo mensaje, el de Jesús de Nazaret.

-Después de 800 años sigue habiendo pobres, frágiles y abandonados.

-La vida sigue siendo maltratada y amenazada. Es tan urgente que 800 años después reivindicamos el mismo valor supremo como es el valor de la vida.

-¿Por qué San Francisco?

-Es un ser humano único, maravilloso, tremendamente atractivo y por su manera de ser y vivir. Es el modelo humano que nuestro mundo necesita para recuperar la humanidad.

-¿Y eso por qué?

-Porque soy franciscano y estoy convencido de que es un modelo válido. Durante 800 años ha sido un modelo marginal. Digamos que es una luz que está debajo del celemín y tiene que ponerse en el candelero.

-¿Y algún argumento de por qué tiene cabida hoy día?

-Primero, su sabia ingenuidad. Es un hombre aparentemente ingenuo pero muy sabio y ahí hay una opción que nuestro mundo debe redescubrir y optar por ella. Segundo, es liberador. El desarrollo tecnológico y económico de nuestra sociedad están, aparentemente, para liberar al hombre pero en el fondo le hace esclavo de sí mismo y Francisco opta por la desnudez radical, por otra verdadera libertad. Y tercero, aunque serían muchas más, la centralidad absoluta por el amor. Hay dos maneras de vivir, una es optar por el amor y la otra es cualquier cosa que no sea el amor como el dinero, prestigio social, el poder en varias formas o el placer desligado del amor.

-¿Solo es lícito apostar por esa opción?

-Es la única manera de que un ser vivo pueda vivir la vida de verdad. Es lícito optar por lo que uno quiera, siempre que mi libertad no coarte la de otros, pero desde una conciencia humanística, la única opción que vale la pena es el amor

-¿El amor da de comer?

-El amor da de vivir que es más que comer. Optar por el amor no quiere decir que no se opte por un desarrollo profesional. Uno puede optar por el amor y ser ingeniero, astronauta, fontanero o periodista. Optando profesionalmente por algo estás respaldado por una opción anterior que es el amor.

-Parecen sólo buenas intenciones. ¿Cómo se materializa?

-Para el amor no hay recetarios. Nuestro mundo necesita teclear una pregunta y que Google te dé millones de respuestas en tres segundos. Las grandes preguntas de nuestra vida no se responden en una pantalla, se van fraguando durante el trayecto de una vida. ¿Buenas intenciones?, por supuesto, si no las tenemos no habrá ningún buen desarrollo ni buen resultado.

-Hizo su tesis sobre el "Libro de Job", ¿solo sufren los inocentes?

-Sufrir es una parte inherente de la existencia, una muestra de que la existencia es real.

-¿Sin sufrir no se valoraría el amor?

-Eso ya lo dijo Verdi en una ópera, no existe amor sin dolor. El poeta Sánchez Zamarreño dice "nada sabe de amor quien vuelve vivo". No hay amor pleno que no haya pasado por el sufrimiento.

-¿La sociedad no va por un camino distinto al que plantea?

-Recientemente fue San Valentín, un camino de banalización del amor. Hay programas de televisión que veo de vez en cuando para asombrarme de cómo está nuestro mundo. Se hacen citas a ciegas, se inician historias de amor delante de cámaras y de toda España.

-Pero esos programas se ven más que la misa del domingo.

-Y se leen más libros de autoayuda que el libro de Job. En este mundo la palabra es la vida. Trato de ser convincente con mi existencia y en cuanto tengo oportunidad comunico mi propia convicción. Mi convicción es la recuperación del humanismo porque este mundo, o se rehumaniza o se inmola.

-¿Cómo combina esto con las otras religiones del mundo?

-Son diferentes caminos. La cima de la montaña es una, y cada uno parte de una ladera. Lo que importa es que caminamos a la misma cima, que cada uno lo haga de forma honesta.

-¿Esa cima es el amor para todas las religiones?

-En su parte más noble y verdadera sí, cuando el ser humano lo vive honestamente. Un místico suní, un sintoísta, un cristiano de una iglesia reformada o apostólico romano en eso no divergen. Están cerca.

-¿El problema es la interpretación de ese camino?

-Es un problema histórico perteneciente a la naturaleza humana. Tenemos la asombrosa y terrible capacidad de hacernos sufrir los unos a los otros, haciendo de la religión un camino de todo lo contrario al amor.

-¿La religión católica también lo ha hecho?

-Por supuesto que sí. No soy el primero que lo digo, la Iglesia ha pedido bastantes veces perdón.

-Igual que con la Inquisición, ¿pedirá perdón la Iglesia por algo de lo que defiende hoy?

-Mientras estamos vivos somos susceptibles de equivocarnos y podemos volver sobre nuestros actos y pedir perdón. Dado que la Iglesia es un ser vivo, camina y comparte esto mismo, ¿por qué no? Puede que la Iglesia vuelva sobre sus pasos dentro de 100 o 200 años y se dé cuenta que determinadas posiciones o cuestiones no fueron las más adecuadas. Claro que sí. La Iglesia no es inmune al error.

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