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EMILIO TUÑÓN ÁLVAREZ | Arquitecto premiado en 2007 con el "Mies Van der Rohe" y catedrático de Proyectos Arquitectónicos

"La crisis económica trajo a la arquitectura una vuelta a repensar los fundamentos"

"El palacio de Ramiro I está entre las diez mejores obras del mundo, pero su tamaño hace que mucha gente no lo conozca"

Emilio Tuñón Álvarez, ayer, en Gijón. ÁNGEL GONZÁLEZ

Invitado por el Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias, anoche pronunció una conferencia en Gijón Emilio Tuñón Álvarez (Madrid, 1959), uno de los arquitectos españoles más reconocidos a nivel nacional e internacional, que en 2007 ganó el premio de arquitectura contemporánea "Mies Van der Rohe" y está en posesión de la medalla de oro al Mérito en las Bellas Artes de España. Entre sus obras destacan el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC) en León, el Museo de Bellas Artes de Castellón, el Auditorio Ciudad de León o el Museo de Cantabria, entre otros. Es autor también del Museo de las Colecciones Reales, levantado entre el Palacio Real y la catedral de la Almudena (Madrid), ciudad en la que es catedrático de Proyectos Arquitectónicos en la Universidad Politécnica.

-¿Desde el punto de vista del catedrático, qué lecciones se pueden extraer de los años del "boom" de la construcción en España?

-Cambió un poco la percepción de la arquitectura, tanto en la sociedad como en los profesionales. Se construyó mucho y no siempre bien, lo que produjo una situación de un cierto rechazo a la arquitectura por parte de la ciudadanía, cuando, en realidad, de lo que se hablaba no era tanto de arquitectura como de construcción masiva. Para la arquitectura, en general, toda la crisis económica más que el "boom" inmobiliario trajo una vuelta a repensar los fundamentos de una manera menos exagerada. Esa idea de que la fiesta se terminó hace que la forma de entender ahora la arquitectura sea más racional, ajustada económicamente, más próxima a los ciudadanos y más participativa.

-¿Los jóvenes arquitectos caminan, en general, en el sentido de que menos es más?

-Son muy resistentes, gente que está dispuesta a trabajar más con la sociedad y tratan de minimizar la construcción y aumentar los objetivos, lo que está muy bien. Creo que la nueva generación de arquitectos jóvenes que hay en España es interesantísima.

-¿Es decir, a más dinero no siempre mejor arquitectura?

-No hay una correlación directa entre dinero y arquitectura. Lo más bonito de la arquitectura, y es lo que siempre les explico a mis alumnos, es que cabe la misma cantidad de arquitectura en una casita como en un gran palacio de congresos. Por lo tanto, la calidad puede ser la misma en un proyecto de miles de millones que en otro con un presupuesto mínimo.

-Muchas ciudades quisieron seguir la estela del "efecto Guggenheim" de Bilbao encargando grandes proyectos a arquitectos de relumbrón, ¿fue positivo para la arquitectura?

-El Guggenheim tuvo su interés para mucha gente que ahora rechaza el efecto, pero era la primera vez señalada que un arquitecto extranjero del "star system" (Frank O. Gehry) trabajaba en España y hacía una obra un poco exagerada formalmente, lo que ayudó a que Bilbao se colocara en el mapa. Eso produjo que muchos alcaldes, que muchos políticos quisieran tener su pequeño Guggenheim, su pequeña pirámide del Louvre en su pueblo. Creo que es interesante el "fenómeno Guggenheim", sin embargo es reprobable la repetición automática de los deseos y voluntades de tener algo emblemático e icónico en tu ciudad, ya que, al final, a una ciudad quien la marca son las personas.

-¿Está usted especializado en museos?

-La verdad es que la vida te lleva... Decía Alejandro de la Sota que le consideraban un especialista en hacer polideportivos, y cuando le preguntaban cuántos había hecho decía que uno. En España hubo un momento, al principio de la Transición, en el que había un déficit de equipamientos culturales y de infraestructuras, faltaban museos, auditorios, teatros... A partir de una serie de programas del Ministerio de Cultura se trató de abastecer a las ciudades con esos equipamientos. Ahí los arquitectos españoles tuvimos un campo de trabajo muy interesante. Y por cuestiones de la vida y de mi relación con Moneo durante diez años me tocó hacer museos y me parece una cosa bastante interesante.

-¿Se corre el peligro que en un museo el continente sea más apreciado que el contenido, por ejemplo con el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, de Rafael Moneo, o el MUSAC de León?

-Es temporal. Hay muchos museos en el mundo que son muy interesantes desde el punto de vista arquitectónico, como el Museo Antropológico de México, que es una pieza fantástica que todo el mundo va a ver y luego llegas allí y descubres unas colecciones de oro precolombinas increíbles. Con el museo de Mérida ocurre un poco lo mismo, la colección es fantástica. El museo tuvo mucha pegada y mucho prestigio, pero el tiempo lo ha atemperado y sigue siendo un gran edificio, pero realmente la gente va a Mérida a ver el teatro, el anfiteatro y el museo, pero las colecciones, aunque luego llegan allí y descubren que el espacio es diferente. El MUSAC es otra cosa. En realidad, Castilla y León no tenía museos de arte contemporáneo y lo que hicieron fue una operación interesante: construir un espacio, casi una galería de arte, muy activo, y para eso necesitaban una seña de identidad inicial.

-¿Con la fachada multicolor hace usted un guiño a las vidrieras de la catedral de León?

-Es un edifico que, en planta, hace un guiño al origen romano de la ciudad, y la fachada lo hace a la ciudad medieval, al gran espacio público de la ciudad que era en realidad la catedral, donde ocurría todo en el medievo. La idea fue la construcción del espacio público para las personas del siglo XXI.

-¿Qué normas hay que seguir cuando se interviene en un casco histórico?

-Nosotros más que especialistas en museos lo somos en intervenciones dentro de los cascos históricos, patrimonio, entornos complejos que llamamos. Lo que nos interesa es esa arquitectura que establece vínculos con lo existente, con una actitud de respeto ya sea hacia la naturaleza, la ciudad moderna o la histórica. Digamos modificando la realidad a través de una arquitectura que se refleja en lo existente y establece unos vínculos más o menos formales, conceptuales con la arquitectura existente.

-¿La opinión pública puede influir en un proyecto?

-La opinión pública es muy importante en el mundo. Todo el mundo opina de todo y es una cosa bonita ver que la gente opina de la arquitectura, incluso para criticarla, y sea la opinión positiva o negativa me parece interesante que la gente opine. También ocurre muchas veces con la arquitectura que se produce una cierta reacción, en principio, a las obras que se hacen debido a que uno está acostumbrado visualmente a otras cosas, pero lo interesante es ver lo que pasará dentro de unos años. Tenemos la experiencia con casi todo lo que hemos hecho de que hemos tenido más o menos buena acogida, pero al cabo de unos años la gente se identifica con las obras, que es un poco lo que pasa con el MUSAC o con el Museo de Zamora, que es realmente una pieza que cuando hace años se construyó la gente era reticente y ahora es una pieza completamente integrada en el entorno histórico. Las críticas son siempre bien venidas y me parece que el tiempo es también un buen factor para entender las cosas. También soy de la opinión de que los arquitectos no tenemos siempre la razón y, en ocasiones, la gente te enseña un poco a entender su ciudad, y eso te permite mejorar los proyectos.

-¿El Museo de las Colecciones Reales es su obra más complicada?

-Alguna más complicada he tenido. Es una obra que tiene su cierta complejidad. Efectivamente, en Madrid la sensación que tengo, a día de hoy, sin que el edificio esté inaugurado, es que hay división de opiniones, como se dice en los toros, un hecho que ocurre en casi todos los temas que se consultan. El edificio, cuando se use, cuando se recorra, se entenderá mucho mejor. Desde el casco histórico de la ciudad tiene una visión muy discreta, prácticamete no se ve entre el Palacio Real y la catedral de la Almudena, pero al bajar es un edificio muy grande. La cornisa de Madrid estaba incompleta de toda la vida, aunque la había proyectado en su momento el arquitecto original del Palacio Real ( Juan Bautista Sachetti). En el fondo, siempre planteó que ahí tenía que haber un cuerpo que rematara el Palacio Real. De lejos mucha gente dice que es un edificio moderno al lado de una clásico, pero por otra parte sigue el proyecto de Sachetti y es como la extensión natural de Palacio Real. Además, el edificio está construido con los mismos materiales: granito berroqueño y caliza blanca. Por otra parte, se establece una arquitectura de verticalidad jugando con las columnas del Palacio Real. Es una estructura moderna, pero es una abstracción contemporánea de la arquitectura y desde el punto de vista paisajístico me parece una pieza que tiene bastante interes y una gran pieza cultural que va a mejorar la vida cultural de los madrileños y de los visitantes.

-¿Que pieza es imprescindible en la arquitectura de Asturias?

-Hombre, el palacio de Ramiro I. Es una pieza que, en mi opinión, está entre las diez mejoras obras del mundo, entre las diez mejores obras de la arquitectura mundial. Su tamaño hace que mucha gente no lo conozca, pero es una pieza interesantísima que representa muchas cosas, una estructura larga a la que se entra por un eje. Es una pieza maravillosa.

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