En la tarde de ayer, un parchís de color y sonido inundó las calles de Gijón para dar la bienvenida al Antroxu. Las charangas, vestidas cada una de un color vivo, desde el azul y el amarillo de la bandera asturiana hasta el rosa o el verde, se reunieron a las siete y media de la tarde frente a un Teatro Jovellanos peripuesto para la ocasión, decorado con luces imitando globos y un enorme cartel luminoso que anunciaba lo reseñable de la fecha: treinta años de charangas en la ciudad.

En las inmediaciones del céntrico paseo de Begoña ya se podía oler, y sobre todo escuchar, el Carnaval. El sonido de la percusión se desparramaba por las calles cercanas, anunciando a los gijoneses que el Antroxu ya llegó. De Begoña, las comparsas bajaron por la calle Fernández Vallín para encarar la calle Corrida. A uno y otro lado de la vía, cientos de personas, móviles en ristre, grababan el paso de las charangas, siguiendo sus favoritas, dirección a los Jardines de la Reina. Las agrupaciones no se guardaron ni un ápice de su fuerza, dando espectáculo desde el minuto cero, aun cuando por delante quedan varios días de fiesta. Lo único que escondieron con celo es uno de los grandes secretos del Antroxu: sus disfraces.

Pasadas las ocho de la tarde, cuando comenzaba a sobrar la ropa de abrigo tras tanto baile y los primeros dolores hacían acto de presencia, las comparsas pasaron por delante de la estatua de Pelayo, mostrándole su respeto a ritmo de tambor y silbato, como gladiador saludando al César, convencido de dar espectáculo en la arena. Pasado el túnel, las charangas entraron en el coliseo gijonés, ora plaza Mayor, silenciando su música para dar paso a la de Jerónimo Granda y sus mordaces "Coplas de Carnaval".

El satírico cantautor asturiano, ataviado de una resultona camisa roja y un chaleco negro, y pertrechado tras su guitarra, comenzó haciendo una merecida mención, que seguro que no será, ni mucho menos, la última que se oirá en estas fiestas, a Iñaki Urdangarín, con motivo del Caso Noos. "A mí, ¡plin!, yo no fui, fue Urdangarín", arrancaba Granda en su primera interpretación. Desde el balcón del consistorio gijonés, el cantante hizo especial hincapié en que "somos todos iguales ante la ley, todos menos los Borbones", llevándose el aplauso de un público que fue poco a poco ocupando la plaza.

Tampoco escapó de la afilada lengua de Granda la figura de Donald Trump ni la política municipal, al aseverar que "ya no tenemos jóvenes ni un buen plan de urbanismo" y con múltiples referencias jocosas al inacabado proyecto del metrotren.

Tras Granda, el turno fue para la compañía teatral "Higiénico Papel", encargados de abrir oficialmente las fiestas dando el pregón disfrazados de polilla de la patata y forzando el acento gallego en una hilarante boda. Tampoco ellos quisieron olvidarse de la situación política gijonesa, recordando "que el festival de cine está descabezado".

Y como cada vez que alguien coge el micro en el balcón del Ayuntamiento, es obligada la referencia al club de la ciudad. "El Sporting necesita fe para mantenerse en Primera", arguyeron las polillas, antes de dar por finalizada su intervención.

Abajo, sobre el empedrado, los charangueros reponían fuerzas a golpe de cerveza y sidra. "Había muchísimas ganas ya de Carnaval", aseguró Jordan Suárez, de "Xareu nel Ñeru", una de las agrupaciones más vistosas por sus coreografías en el pequeño pasacalles. "Merece mucho la pena tantos meses de trabajo y dedicación únicamente por poder disfrutar de estos momentos, sin duda", aseguró el joven, que marcó el objetivo en "pasarlo lo mejor posible, siempre intentando quedar cuanto más arriba mejor".

Sin duda, el rival a batir, un año más, es la charanga Kop'a Vino, ganadora de los tres últimos concursos. "Va a ser muy complicado lograr ganar cuatro años consecutivos", explicó Miguel Ángel González, fundador de la agrupación más laureada del Antroxu, "cada año sube más y más el nivel, así que Gijón va a poder disfrutar de un Carnaval como el que se merece por este treinta aniversario". Para González el objetivo es "el de siempre, disfrutar al máximo y hacer disfrutar a los demás".

Al filo de las diez de la noche se cumplía el último rito del primer día del Antroxu: disfrazar a Pelayo. Tras varios minutos de esfuerzo, la estatua que preside la plaza del Marqués lució por fin con su uniforme de gala para este año, caracterizado como la popular Princesa Leia, de la saga "Star Wars". La fiesta más colorista del año en Gijón no se olvidó de homenajear así a la actriz Carrie Fisher, fallecida en diciembre.