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El trabajo de Bertrand y Masip para superar la rivalidad entre Gijón y Oviedo

Durante el mandato del alcalde gijonés se dio prioridad a resolver la escasez de agua y se planteó la gran operación urbanística de la "avenida imposible" desde Begoña hasta el muelle

El nuevo alcalde Ignacio Bertrand, el gobernador Marcos Peña Royo y el cesado Cecilio Olivier Sobera.

La dimisión de un tercio de los concejales desmoronaba la Corporación municipal que presidía el militar Cecilio Olivier Sobera, quien tuviera la ocurrencia de recoger todos los mendigos callejeros, darles un bocadillo y transportarlos hasta León, lo que motivó un conflicto institucional. Por ello, con gran sigilo político, el ilustrado Ignacio Bertrand y Bertrand movió desde un segundo plano los hilos para confeccionar una nueva candidatura para las elecciones municipales de febrero de 1961, con pesos pesados como Juan Suárez -el dueño de los populares chocolates "La Herminia", "Pin" y "Sueve", además de propietario del hotel Hernán Cortés-, el también empresario Javier Loring Gilhou -hijo de los condes de Mieres y nieto del emprendedor Numa Gilhou, fundador en 1870 de la Fábrica de Mieres-, el naviero Claudio Fernández Junquera -biznieto de Luis Adaro y Magro- y el médico Luis Cueto-Felgueroso Granda, quienes en los años posteriores iban a tener una gran relevancia política y social. Detrás de aquella maniobra política estaba obviamente el gobernador civil Marcos Peña Royo, un abogado del Estado, muy amigo de Ignacio Bertrand -ya que ambos habían sido combatientes durante la Guerra Civil- al que el 14 de julio de 1961 nombró como sustituto del inefable Cecilio Olivier Sobera, cuyos tres años de calamitoso mandato no habían sido especialmente brillantes.

La eterna rivalidad entre Oviedo y Gijón. Aunque ya por entonces se trataban de guardar las formas protocolarias entre las dos principales poblaciones de Asturias, no solamente en cuestiones futbolísticas, sino también urbanísticas, se mantenía una gran rivalidad. Al construirse en Oviedo el rascacielos de "La Jirafa", inmediatamente se promovió en Gijón la construcción de una torre de más altura, al lado de la nueva iglesia de San José, que había sido inaugurada el 8 de noviembre de 1954. Grandones que somos.

En aquel año de 1961, el alcalde Ignacio Bertrand acudió en su coche oficial hasta la Venta del Jamón -punto equidistante entre Oviedo y Gijón- acompañado de una espectacular comitiva de motoristas de la Policía Municipal. Se dio la mano con el alcalde de Oviedo, Valentín Masip Acevedo, y éste se subió al coche oficial para trasladarse al Ayuntamiento de Gijón. Allí, en la recepción oficial, Valentín Masip defendió "la necesidad de una unión auténtica, cordial y fraterna, sin renunciar a las sanas rivalidades deportivas, no sólo para procurar el bienestar conjunto, sino también pensando en la provincia y en la patria". No se quedó atrás Ignacio Bertrand que se ratificó en que "en efecto es absolutamente preciso que Oviedo y Gijón sigan la misma pauta y hagan una política auténticamente provincial. Sabemos que Oviedo es la capital, por lo que entendemos que le corresponde históricamente tal misión, por lo que estamos dispuestos a cooperar, no a competir. Y aunque resulta evidente que no constituimos toda la provincia, lo que hagamos o decidamos repercute en Asturias entera. Tengámoslo en cuenta y unámonos, ya que la desunión sólo puede conducirnos al fracaso".

El grave problema de las restricciones de agua. No solamente los biscúter que en la calle de Langreo vendía "Talleres Sutil" por riguroso orden de reserva y pedidos por antelación empezaban a aparecer por las calles, sino también formaban parte del paisaje urbano aquellos misteriosos zahorís con sus mágicos péndulos en busca de fugas de aguas. Y es que uno de los principales problemas que se padecía entonces era el de la escasez de agua, lo que obligaba a constantes restricciones. Aunque años atrás se habían resuelto parcialmente las necesidades de suministro gracias a la autorización de Félix Cifuentes y se habían iniciado las gestiones para traer grandes caudales de agua desde el pantano de Caleao, la situación era insostenible: no había control técnico sobre el estado físico de la red por lo que había muchas fugas y la distribución era insuficiente para atender las demandas de una ciudad en crecimiento, con UNINSA en el horizonte. El nuevo alcalde Ignacio Bertrand tomó la decisión de dar prioridad total a la resolución de tan grave problema. Sin agua, ni la ciudad, ni sus industrias tenían futuro alguno.

La internacionalización de la playa de San Lorenzo. Con un auténtico espíritu internacional, el alcalde Ignacio Bertrand tuvo la iniciativa de colocar mástiles con las banderas de todos los países a lo largo del paseo del muro de San Lorenzo. Pero se supone que la casualidad y no la mala intención de nadie hizo que la bandera de la Unión Soviética con la hoz y el martillo se viese desde el despacho oficial de la Alcaldía, por lo que recibió un ultimátum del gobernador José Manuel Matéu de Ros.

-Todo el que se pone por delante una bandera con la hoz y el martillo, yo voy a por él.

Así que, claro, se quitó inmediatamente.

La inauguración de la plaza de los Mártires. Una amplia operación urbanística se realizó en el entorno de la Puerta de la Villa pavimentando aquel humedal donde se ubicaba el rastro dominical, en medio de un habitual barrizal. Así -aunque desde el 4 de agosto de 1938 ya llevaba el nombre de plaza de los Mártires de la Cruzada Nacional- pudo ser inaugurado el monumento con sus cuatro arcos y un mástil el 21 de octubre de 1962 conmemorando así el XXV aniversario del final de la Guerra Civil en Gijón. Ni qué decir tiene que al acto asistieron debidamente uniformadas todas las autoridades con un despliegue impresionante.

La "avenida imposible" ideada por el arquitecto Gemar. Al alcalde Ignacio Bertrand le pusieron sobre la mesa la descabellada idea del imaginativo arquitecto municipal Juan Bautista Martínez "Gemar" de proyectar una gran avenida desde Begoña hasta el muelle, para lo cual sería preciso demoler los edificios de la llamada "Atenas gijonesa". Es decir: el Ateneo Jovellanos, la Escuela Profesional de Comercio, el centro escolar Jovellanos, que inicialmente fue la primera Escuela de Industrias, el antiguo Instituto de Jovellanos y "La Iglesiona". Ni qué decir tiene que la polémica sobre la entonces bautizada como "avenida imposible" duró muchos años en las tertulias, periódicos y mentideros hasta que fue archivada.

La celebración del Bimilenario de Gijón. La primera vez que entré a la Casa Consistorial fue para hacerle una encuesta sobre el "inventado" Bimilenario de Gijón -se mantenía entonces que la villa había sido fundada el año 28 AC- al alcalde Ignacio Bertrand. En la secretaría estaba a la izquierda ubicado un antiguo buró donde se sentaba, sin que sus pies llegasen al suelo, Esperanza Calvo Arciniaga, popularmente conocida como "Chichí", quien, en aquellos tiempos en que no había móviles ni ordenadores, se sabía de memoria, sin consultar agenda alguna, los teléfonos de todas las autoridades españolas. El secretario de la Alcaldía era una gran persona, Marino Galán Braña. Aquel mismo día también empezó a trabajar en el Ayuntamiento de Gijón Marichu Llanes -deslumbrante con su estilo y lozanía juvenil- y al día siguiente se murió "Chichí". Tal vez algo en su interior le dijo que ya había cumplido con su tarea en la vida municipal ya que le llegaba el relevo.

También con motivo de la celebración del Bimilenario de Gijón tuve el honor de conocer a Joaquín Alonso Bonet y cuando entré en su humilde casa -en la vía que lleva el nombre del dramaturgo Linares Rivas- todo estaba en penumbra, como su existencia en los últimos años de su vida, ya que nadie se quería acordar de la extraordinaria aportación documental que había hecho a la historia de Gijón. Así somos de ingratos.

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