Los minutos previos al inicio del pasacalles, en los pasillos de la plaza de toros de El Bibio, poco tienen que ver con lo que se vive minutos después. Los nervios y la tensión se mezclan con el esparadrapo que cubre los dedos de los percusionistas y la brillantina de las bailarinas. Pero todo, nervios, brillantina y esparadrapo, se va quedando atrás durante los dos kilómetros que dura el desfile desde el coso gijonés hasta El Humedal.

"Es la parte que más nos gusta, nos encanta", aseveraba Vanessa Agulla minutos antes de que su charanga, "Folixa pa toos", abriera el pasacalles con un enorme barco pirata en el que "irán subidos el Capitán Garfio y Campanilla". Para ella, el desfile significa "mucha diversión, bailar, interactuar con el público".

Pablo Álvarez, por su parte, lleva casi dos décadas convirtiéndose en una "reinona" carnavalera con "Os Brasileiros do Xixón", portando un traje que "según te lo pones no pesa tanto, pero luego ya es otra cosa". La intención de Álvarez, como la de resto de charangueros, es "bailar todo lo que se pueda y darlo todo, que la ocasión lo merece".

A las afueras del coso gijonés, una maraña de gente esperaba el que para muchos es "el día más divertido del año". Superhéroes, animales, policías, cocineros, payasos, piratas, indios, duros guerreros y presumidas princesas, esperaban el paso de las agrupaciones, cargados de confeti, con las manos en los oídos para apaciguar el estruendo y una sonrisa embelesada por el desfile que transcurría ante sus ojos.

La única duda, el cielo, que amenazaba tormenta. Al final, se cumplieron las previsiones y no hubo lluvia pero sí un fuerte viento que hizo que algunas agrupaciones tuvieran que prescindir de parte de su decorado. De milagro se salvó la "VirgenSilla" de "Perdíos de los nervios", acompañada por las "manolas" que lloran desde su balcón. "Quisimos traer un paso de semana santa en pleno Antroxu" aseveró Sergio Álvarez.

Pero ayer no todo fueron charangas. El circo organizado por la Asociación de Vecinos de San Andrés de los Tacones fue quien más animó al público infantil con sus canciones de "Los Payasos de la Tele". Para los progenitores, la verbena hippi del "Club La Amistad", la fiesta setentera de "Los escasos" a ritmo de "Fabba" y su "Mamina mía" o los "Casettes" de "Los que faltaban" que rememoraron "la buena música: Camela, Chayanne o las Spice Girls, para que la gente vuelva a los noventa", enfatizó Lorena Fernández.

Y si hay algo que no puede faltar en una fiesta de disfraces asturiana es el polifacético Rodrigo Cuevas, caracterizado de múltiples maneras, con su "Soy de Verdiciu" sonando sin parar.