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Míticos de Gijón

José Sánchez Suárez, "el Pintu", un personaje entre la vida y la muerte

Hijo de enterrador, fue el primer sepulturero del cementerio de El Sucu y se fumó un cigarro con un hombre que despertó y salió de su propio ataúd

José Sánchez Suárez, "el Pintu", un personaje entre la vida y la muerte

La expresión gijonesa "yes buenu pal Pintu" quiere decir que eres muy malo. Humor local para decir "eres bueno para el enterrador". Nos remite a José Sánchez Suárez, "el Pintu", y a su hijo, del mismo nombre y con iguales apellidos, que también fue enterrador y también era llamado "el Pintu". Un mítico de Gijón este Pintu hijo, e incluso una vía en la ciudad, el Camino del Pintu, junto al cementerio de El Sucu, lo recuerda.

El primer cementerio de Gijón -tras los enterramientos dentro de la propia iglesia de San Pedro- estuvo en la zona alrededor de la iglesia (zona que se consideraba tan bendita como el interior, era un camposanto), y luego ya vino el cementerio de La Visitación, que podríamos situar en la actual plaza del Arcipreste Ramón Piquero y alrededores, también al lado de San Pedro pero ya con una estructura más formal. Fue inaugurado el cementerio de La Visitación en 1843 y se empezó a cerrar a partir del año 1876, cuando se inauguró el de El Sucu, en Ceares.

Leemos en el testamento de Jovellanos:

"Y en el caso de que falleciera en Gijón mando que se me dé sepultura en el nuevo cementerio a cuya construcción he contribuido con mis continuos ruegos y solicitud, previniendo que si no hubiera inconveniente se me dé sepultura cerca de la puerta para que mis huesos reposen al lado de los de mis padres y hermanos que yacen en la capilla de nuestra familia contigua a la citada puerta, que con consentimiento mío se abrió desde ella".

Este deseo de Jovellanos en su testamento, refleja el ejemplo que él y otros ilustrados pretendían dar en el sentido de querer ser enterrados en cementerios y no dentro de las iglesias, evitando así los frecuentes focos de insalubridad, antihigiene y epidemias que esto motivaba. Se refiere Gaspar Melchor de Jovellanos al cementerio que había antes del de La Visitación "en los alrededores de la iglesia", en el lugar llamado "tras la iglesia" y también "prado de Llanos", terreno cedido al Ayuntamiento para tal fin por su propia familia y por los marqueses de Santa Cruz y de San Esteban.

Vemos en un documento del Archivo Municipal, del año 1874, que Juan Manuel Gutiérrez era el ayudante del primer Pintu en el cementerio de La Visitación, y que solicitaba la plaza al morir José Sánchez, "el Pintu" padre. Y la solicita sin saber firmar, "lo firma un amigo del solicitante ya que él no sabe escribir", eso leemos en el documento. Al final, el hijo del "sepulturero Sánchez", que, suponemos, no era analfabeto, fue el enterrador de La Visitación y luego fue el primer enterrador de El Sucu, cuando ese cementerio se inauguró dos años más tarde, en 1876. Aunque Pintu padre fue muy popular, más lo fue su hijo, pero de todas maneras el dicho "yes buenu pal Pintu" seguramente se referirá a los dos.

José Sánchez, "el Pintu" hijo, murió en el año 1913 tras trabajar en el oficio casi cuarenta años. Esa figura, siniestra, con aspecto misterioso, sin casi relación con mortales y viviendo justo al lado del muro de El Sucu, hizo de José Sánchez, "el Pintu", un ser como de leyenda. Efectivamente existía, la gente lo veía cuando subía a El Sucu, pero nadie lo veía caminar por la ciudad, por las calles de Gijón.

No hubo resolución municipal que lo aprobase, pero el camino donde estaba su casa, ya decimos que muy cerca del muro del cementerio pero en el exterior, se vino en llamar popularmente camino del Pintu. Y en la actualidad así se sigue llamando ya oficialmente desde 1990, uniendo el cementerio con la carretera a Pola de Siero. Hasta hace pocos años había placa callejera con la denominación. Ya no la hay en ese "Camín", que hoy es una transitada vía de salida del cementerio y con una parte dedicada a senda peatonal.

Primero fue José Sánchez Suárez, "el Pintu" padre, enterrador en La Visitación, y luego vino José Sánchez Suárez, "el Pintu" su hijo, enterrador en La Visitación y El Sucu hasta el año 1913 en que murió, porque los enterradores mueren también. ¿Quién sustituyó al Pintu hijo? Su hijo Félix Sánchez Medina, ya no apodado "el Pintu", y otro enterrador de nombre Manuel González Díaz, que el ayuntamiento aprobó contratar por tres pesetas y media al día. Y fueron ambos responsables a partir de ese 1913 tanto del cementerio católico como del civil.

Durante años fue el Pintu el terror de los niños y niñas gijonesas de finales del XIX y principios del siglo pasado. Un personaje mítico del que incluso se dudaba de su existencia, un coco para asustar. Una esquela, publicada el día siguiente de su muerte en la prensa local, en marzo de 1913, dejó clara la cosa: el Pintu había existido, y había muerto.

Sin embargo quedó en la memoria popular gijonesa, y en el callejero, la figura del Pintu. Un hombre de baja estatura, siempre vestido de negro y siempre tocado con un sombrero, también negro, de ala ancha, y una faja de color indefinido en el abdomen. Lo cierto es que José Sánchez, "el Pintu", había llegado a ese cargo de enterrador gracias a ser hijo del anterior Pintu pero también por ser un empleado del conde de Revillagigedo. Recordemos que el cementerio de Ceares está situado en un terreno que fue antigua propiedad del Conde.

Del Pintu se contaban muchas anécdotas. Por ejemplo en el diario "El Pueblo Astur", del Día de Difuntos de 1913, a los ocho meses de la muerte del enterrador, vemos que recuerdan el caso de un gijonés llamado Pachu el Llargu. Este Pachu había "fallecido" y fue conducido al cementerio con grandes muestras de dolor a cargo de sus amigos y deudos. Por la noche despertó dentro del ataúd -todavía no había sido enterrado- y al ruido acudió el Pintu, que ya lo vio de pie y evidentemente asustado. Los dos, cuenta el diario, fumaron un cigarro tranquilamente alegrándose de que el ya exmuerto se fuese recuperando de la impresión.

Otro caso curioso pasó en 1907. Un joven de Roces murió "a causa de una tremenda fartura de cerezas". Había sido operado en el Hospital de la Caridad, en la zona que ahora es El Náutico, y murió a las 24 horas de ingresar. Sus amigos al día siguiente trasladaron en hombros el ataúd que les señaló el encargado de la morgue a Ceares. Una larga caminata sin duda. Al llegar al cementerio el enterrador, el Pintu, abrió el ataúd y comprobó que estaba vacío. El cuerpo había quedado en el hospital al haber cogido los amigos un ataúd equivocado.

El Pintu murió a los 79 años el 14 de marzo de 1913, y en la esquela que publicó "El Noroeste", sin citar su apodo, vemos que su esposa era Cándida Medina y que tenía dos hijos, Félix, enterrador también, y José. En la nota necrológica sí se citaba su apodo, muy popular en toda la ciudad. En la publicación "Toponimia de la parroquia de Xixón" (2007), de David M. Rivas, lo vemos: "Casa'l Pintu: Llugar de Ciares onde taba la casa del primer enterrador del cementerio municipal, al que llamaben 'el Pintu'". En "Cómo nos explayamos los playos" (2003), de Dioni Viña, leemos la expresión: "Oye, pa. ¿A que soy muy buenu? Sí, ho, yes buenu pal Pintu". Un dicho que perduró y no quedó enterrado.

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