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Los ganaderos locales claman por "precios más justos" para la producción de leche

"Si fuera rentable seguiría, pero no sé si compensa trabajar como un esclavo", asegura el joven Fran Pérez desde su explotación familiar en Cenero

Ganado en una nave de la parroquia de Cenero. ÁNGEL GONZÁLEZ

Vivir del ganado de leche no es fácil y las cifras así lo reflejan. Gijón lidera la caída de las explotaciones lácteas de las dos últimas décadas en Asturias, y los pocos que resisten lo hacen a duras penas. Porque "es muy duro trabajar 16 horas al día, con una inversión millonaria y una gran responsabilidad en lo que hacemos", reflexionan los ganaderos que aún mantienen sus explotaciones en activo. Y sobre todo, porque "el precio del litro de leche es irrisorio".

Lo saben bien en Cenero, donde resiste una de las últimas ganaderías importantes del municipio, con unas 70 cabezas de ganado. "Empezó el bisabuelo con media docena de vacas, la abuela amplió la cuadra con 25 animales y mis padres hicieron una gran inversión en naves y maquinaria para tener unas 70 vacas", relata el hijo, Fran Pérez, de apenas 20 años. Con él, reconoce, no sabe si se extinguirá la tradición familiar, porque "si fuera rentable, seguiría porque es un mundo que me gusta. Pero trabajar como un esclavo para no tener beneficios... no lo veo".

Y más cuando, siguiendo la tendencia de los últimos años, el llamado a heredar el negocio familiar se ha embarcado en los estudios como pasaporte más fiable de futuro. En su caso, cursa el grado superior de Electricidad y, "si las cosas no cambian en el campo en un plazo razonable y encuentro trabajo mejor pagado en otra cosa, tendré que aceptarlo", resume antes de ir cebar las vacas.

Lo único que piden los ganaderos de leche son "precios justos" que les permitan obtener algún beneficio y no sólo lo justo para cubrir gastos. Porque, como señala la madre de Fran con humor, "al final somos agentes de cambio, cambiamos el dinero de un bolsillo a otro sin ganancia alguna". Los forrajes con caros, la maquinaria es cara y las exigencias de calidad en la producción son cada vez mayores. "Pero el precio del litro de leche sigue siendo ridículo: nos lo pagan a 30 céntimos y así no se puede", aseguran en Cenero.

La situación empeoró sensiblemente con la desaparición de la cuota láctea: "Europa es un mar de leche y los precios están tirados", resumen en esta ganadería, abocada a un futuro incierto y con miles de horas de trabajo a las espaldas. Un mundo que, además, "resulta muy desconocido a casi todo el mundo; mis amigos no saben lo que supone esto, y muchos están a favor del lobo y los jabalíes sin saber lo que significa para nosotros en cuanto a daños", indica Fran Pérez. Además de vacas tiene potras en el concejo de Cangas del Narcea, que reciben la visita frecuente de los cánidos. "Ese es otro cantar", resopla el joven.

En lo que atañe al negocio que sustenta a su familia, está claro que con los actuales precios en origen "no se puede vivir". Y por eso reclaman que "el precio de la leche en los lineales de los supermercados empiece a ser mayor, porque para otras cosas se paga y no pasa nada".

Entretanto, y en busca de soluciones que les permitan obtener algún beneficio, cada vez son más los que optan por la venta directa del producto, tanto en máquinas expendedoras como a negocios y particulares que "quieren leche de verdad, que a mucha gente se le está olvidando a qué sabe acostumbrados como estamos a la leche que nos venden en otros establecimientos". Esta vuelta a " los productos naturales y de calidad" se perfila como una de las posibles alternativas de futuro en medio de la oleada de retorno a lo bio y lo ecológico. "Deberíamos haberlo hecho antes", reflexionan en la ganadería de Cenero.

La disyuntiva que vive Fran Pérez en sus propias carnes entre tirar la toalla o continuar en el negocio es la misma que se repite en muchas otras ganaderías, y que ha venido dándose en los últimos años. "La falta de relevo generacional es un problema grave, y no parece que vaya a ser una situación que cambie cuando los jóvenes encuentran otras alternativas de empleo en su entorno, como sucede en Gijón", reflexiona Benigno Fernández Fano, experto de la consejería de Desarrollo Rural.

"Es una economía con rendimientos muy bajos, en un entorno que ofrece otras oportunidades y que acabará casi como actividad residual", asegura Fan, quien alude al "efecto Lagisa", esto es, a la desaparición de pequeñas empresas lácteas asentadas en el territorio como factor acelerador del declive de la ganadería de leche en el entorno gijonés. De 291 explotaciones lecheras en el año 2000 se ha pasado a 47 en la actualidad, y todo apunta a que seguirán en picado. Sólo resiste la ganadería de carne "que requiere menos esfuerzo". Y la leche, en vías de extinción.

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