La procesión de "El Encuentro camino del Calvario", celebrada ayer, estrenó nuevo recorrido al sumarse a los desfiles la parroquia de San José. Una grata novedad, ya que el lucimiento fue mayor, y todo el itinerario estuvo acompañado de fieles. A las ocho de la tarde salió de dicha parroquia la cofradía de la Santa Vera Cruz llevando en primer lugar la imagen de la Verónica, escoltada por catorce policías nacionales y un oficial al mando, todos de rigurosa gala. Les seguían los componentes de la banda de música Sagrado Corazón de Jesús, de Oviedo. Y tras ellos el paso de Jesús Nazareno con la Cruz a cuestas. Cerraban la comitiva los hermanos de la santa Vera Cruz acompañando a don Luis López Menéndez, párroco del Espíritu Santo y San Pablo, que iba a ser el encargado de pronunciar el sermón.

Mientras, en la parroquia de San Pedro se procedía a la imposición de medallas de la cofradía de la Santa Misericordia, a ocho nuevos hermanos. La banda Unión Musical del Principado de Asturias interpretó "La Madrugá" y posteriormente Ignacio Alvargonzález, hermano mayor de la Santa Misericordia leyó el evangelio de San Lucas, "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame". Los nuevos cofrades fueron: Jorge Cabanas, Jesús Manuel Cedeira, Eloína Costales, Begoña González Prieto, Celestino Grana, Luis Vidal Blanco y la niña Lucía del Rosario Llaneza. La ceremonia concluyó con el toque de oración.

A las ocho y media salió de la iglesia de San Pedro la cofradía de la Santa Misericordia con sus faroles encendidos, seguidos del incensario. Era un momento muy solemne. El hermano mayor de dicha cofradía, Ignacio Alvargonzález, leyó la ofrenda del Vía Crucis de Gerardo Diego, "Dame tu mano María / la de las tocas moradas?" Y la Virgen Dolorosa, con su manto de terciopelo azul marino, y su nuevo puñal, rodeada de flores blancas, salió a la explanada bajo la música del Himno Nacional. La llevaban doce porteadores, entre ellos el veterano Jacinto Pidal, que hace 50 años que es costalero. Cerraba la comitiva el paso de San Juanín y la cofradía del Santo Sepulcro.

Tras una noche de dolor, de burlas y desprecio. Jesús roto por el tormento de la Flagelación es conducido al calvario para ser crucificado; un castigo reservado a los criminales. Pero está demasiado débil para cargar con la cruz y se recurre a Simón de Cirene. ¿Dónde estaban sus discípulos, sus amigos, todos aquellos a los que había curado, devuelto la vista, o la vida? Ahora no hay ni uno dispuesto a ayudarle; lo hace un extraño obligado a la fuerza. Entre tanta cobardía sólo hay una mujer que no temió las iras de los enemigos de Cristo, la Verónica y se acerca para secar su rostro ensangrentado y sudoroso. Jesús retoma la cruz, el suelo es irregular y está desfallecido, cae tres veces, pero se levanta. Pasa delante de unas mujeres que lloran y Jesús les dice "Hijas de Jerusalén no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras". Sigue su penosa marcha hasta que encuentra a su madre, se detiene y sus miradas se cruzan. El alma de María queda anegada de amargura, "¡Oh vosotros, cuantos pasáis por el camino: mirad y ved si hay dolor comparable a mi dolor!" Pero aún tiene valor para seguirle hasta sus últimos momentos.

Una vez reunidos en la plaza del Marqués, don Luis López Menéndez pronunció el sermón, centrado en el significado del duro camino del calvario, ya que todos nosotros, a lo largo de la vida nos hemos encontrado solos, tristes, desilusionados o fracasados. No debemos desfallecer, Jesús nos acompaña, no es el final. Recordó a tantos refugiados, emigrantes, personas sin techo, para que veamos en ellos la imagen de Jesús y los compadezcamos y ayudemos en la medida de nuestras posibilidades.