Ya hicieron un dragado en los años 2013 y 2014 no exento de problemas por el uso de explosivos, tanto por las molestias a vecinos de El Natahoyo como por la aparición de animales muertos en el mar. Y para la siguiente obra similar que proyectan, necesaria para la fabricación de un ferry de grandes dimensiones, han tenido que renunciar a las detonaciones submarinas como principal método una vez evacuadas las consultas necesarias para su tramitación ambiental.

El astillero gijonés de Armón necesita aumentar el calado de su zona de botadura para construir barcos de mayores dimensiones y, para ello, debe eliminar una zona de roca bajo el mar. Pero, en esta ocasión, el dragado limitará en al menos un 90% -y, si se puede, totalmente- el uso de explosivos, optando por la vía de la maquinaria especial. Así se desprende del informe de impacto ambiental de la obra formulado por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. El dragado afecta a una superficie de 20.471,29 metros cuadrados y se espera retirar 27.500 metros cúbicos de roca, 1.500 de lodos y 1.000 de arenas. La duración estimada de los trabajos nunca será inferior a los nueve meses.

En principio, y dada la dureza del material rocoso que se ha de extraer de debajo del mar, Armón desechó la idea de una draga fresadora por su escasa eficacia ante materiales calizos y optó por el uso de explosivos. Sin embargo, una vez realizadas las consultas previas con numerosas instituciones propias de la tramitación ambiental, y después de que varias de ellas pusiesen condiciones o reparos a la aplicación del método de las voladuras, Armón reconsideró su decisión optando por una vía intermedia que les permitirá, según se recoge en el informe de impacto ambiental, reducir las explosiones como mínimo en un 90%, pudiendo evitarse por completo "si los materiales a dragar lo permiten".

Así, se hará un dragado "mediante 'dipper', que es un equipo formado por una pontona flotante y retroexcavadora". La excavadora estará equipada con un potente "ripper" de extracción "para arrancar la roca que, en un principio, no pueda romper el cazo". Sólo "si el método del 'ripper' no fuera viable se plantea la posibilidad de voladuras muy restringidas".

El informe del Ministerio señala que, gracias a este cambio de metodología para ganar calado en la zona de botadura, "se puede concluir que los impactos ambientales de este proyecto no serán significativos". De hecho, el informe reconoce que "las principales afecciones sobre la fauna serán consecuencia del desarrollo de las voladuras, las cuales podrán afectar principalmente a las aves marinas y a la fauna piscícola, ya sea de forma directa, causando la muerte de los especímenes que se encuentran en el entorno, o indirecta, por alteración del hábitat (ruido, disminución de la calidad del agua...)".

Por ello, "con objeto de reducir las afecciones directas se tratarán de evitar las voladuras lo máximo posible y, cuando éstas sean inevitables, se desarrollarán pequeñas voladuras previas para ahuyentar a la fauna y se instalarán dispositivos que generen una columna de burbujas en torno a la zona de explosión de manera que minimice la afección". A lo que agregan que "una vez concluidas las voladuras, y con el fin de evitar el efecto de la atracción de aves, se procederá a la retirada de los peces muertos que, en su caso, aparezcan". Todo ello, siempre y cuando haga falta usar algún explosivo para el dragado, del que depende la construcción de un ferry para la naviera Armas.