Los restos mortales del sacerdote diocesano José Luis Sánchez Díaz, conocido cariñosamente por "Mosén" reposan desde ayer en el cementerio de Ceares como fue su expresa petición antes de fallecer en Oviedo a los 70 años de edad y 38 de sacerdocio.

Sánchez Díaz era antiguo alumno de la Compañía de Jesús -cursó sus estudios en el colegio de la Inmaculada de Gijón- y estudió Filosofía y Teología en el seminario metropolitano de Oviedo para después ordenarse sacerdote en el año 1979. Su vínculo con Gijón se afianzó durante su etapa como coadjutor en la iglesia de San Pedro, donde fue impulsor de la festividad de San Pedro como Patrono de la Villa y el encargado año tras año de enviar para esta onomástica el ramo de flores con el que se realiza la ofrenda en el acto de Bendición de las Aguas. Entre sus méritos locales es de destacar su ánimo como gran impulsor de la Semana Santa gijonesa y colaborador de las Cofradías en los momentos de recuperación de las procesiones en la ciudad.

Precisamente, el terreno del cementerio de Ceares donde ya reposan los restos mortales de José Luis Sánchez -también canónigo de Covadonga- son propiedad de la parroquia de San Pedro desde hace años. El primer enterramiento realizado en ese panteón, donde reposan hasta 45 sacerdotes, fue el del presbítero Rodrigo Fernández Canto en 1891, al año siguiente acogió el del reverendo José Frade y Sierra, último cura párroco de la villa y puerto de Gijón.

Desde 1964 en que se enterró al presbítero Raimundo Arsenio Valdés no se había vuelto a realizar una despedida como ésta hasta la mañana de ayer.

En ese panteón, durante muchos años, disfrutaron de su eterno descanso tanto sacerdotes diocesanos como miembros de otras congregaciones religiosas como jesuitas, predicadores y carmelitas.