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Lo que quiso, hasta el final

Lo que quiso, hasta el final

Tenía dos caderas metálicas, cáncer de pulmón y se murió de marcha, en casa de un amigo tras una cena. Así era Carlos Cabeza Miñarro. Se fue con el mismo ánimo que vivió. Cuando llegó a la redacción con Juan Ramón Pérez Las Clotas, en una de sus visitas a Gijón, ya estaba viudo de María Victoria Durá y jubilado. Era mayor pero nunca fue viejo.

Miembro de una generación de periodistas universales que creció en "Voluntad", se confesaba enamorado de la profesión, de Asturias y de Gijón. Conversador inagotable y una fuente de conocimiento, disfrutaba con los amigos y la tertulia, una mesa y un güisqui. Era una delicia escuchar sus evocaciones de reportero por los Juegos Olímpicos. Cruzó el mundo entero haciendo periodismo. Amigo de expresidentes, estrellas de Hollywood y figuras del deporte, vivía junto a su hijo Alejandro en el corazón de Buenos Aires, cerca del Centro Asturiano, sin perder la conexión con Tenerife, donde reside su hijo Carlos, y con su hermano Rafael en Gijón. Fue lo que quiso ser y lo fue hasta el final. Era buena persona. Nunca le olvidaremos.

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