De mano, uno no sabe muy bien si ese lirismo vital que asoma en cada una de sus frases es una impostación, la pose de quien se ha dicho que lo suyo es ir de buen rollito. Luego ya nos damos cuenta, con sólo escuchar cómo habla a su perro Max o cómo recibe a los periodistas con un plato de fresas y una botella de Ribera del Duero, que Eduardo Lamela Rey es de verdad un tipo que hilvana sus cosas a partir de lo que él llama "nudismo poético": una manera de empuñar la guitarra y las canciones como si fuera el principal cooperante de una ONG que estuviera ahí para arrancar sonrisas.

Eduardo Lamela Rey, que nació en Viveiro (Lugo) hace medio siglo pero es de Gijón desde que tenía cuatro años, eligió ayer el Ateneo Obrero para presentar una particular "gira mundial" de la que se sabe que empezará mañana, jueves, en el Trisquel y tendrá continuidad en el Savoy. Antes se autorretató como Rey de nacimiento (por el apellido, claro), pero con una serie de "valores" muy claros: "Soy también Rey, pero prefiero dar el cante que cazar elefantes".

Eduardo Lamela Rey, que llegó a editar varios discos en Asturias con aquel grupo que se llamaba "Esta noche tampoco", ha llegado a espigar ese lirismo de los días después de ser un montón de cosas: "disc-jockey", como se decía antes, camarero, limpiador de pisos, técnico de sonido... "Ahora, además de seguir con mi música y mis conciertos, trabajo para Cruz Roja", añade. "Me ayudaron cuando volví a Gijón para atender a mi madre, que tiene alzhéimer y quiero devolver esa generosidad", añade.

El compositor ha participado en festivales como el de Sitges y ha hecho bolos en Estados Unidos, México, Suecia, Canadá, Chile o Alemania. Vivió en Barcelona y también en Cuba, de donde regresó a Asturias para defender la musicoterapia y sacarse un carné de músico callejero.

También anda enfadado con la Administración (así, como si fuera una entidad kafkiana, pero luego concreta y habla de Oviedo y Gijón) por no ayudar a los músicos y perseguir a los establecimientos en los que se programan actuaciones en directo. "Vale que no quieran ayudarnos, pero que no entorpezcan y no castiguen a los bares", subraya.

A Eduardo Lamela Rey le gusta cantar entre parrafada y parrafada, mientras su perro Max le mira con cara de admiración desde una esquina del Ateneo Obrero. Tira de "Solo", un tema que está muy bien y le compuso su mujer antes de que se separaran. Ha cantado también cosas de la poeta Ana Lamela Rey, su hermana. Ahora quiere empezar con sus propias letras. Y explica su "gira mundial" como si fuera un asunto que él se va tomar sin prisas.