Que toda una presidenta del Congreso ocupe una tribuna para hablar de Jovellanos, enaltece a ambos, a la tribuna, en este caso la del Foro Jovellanos, y al prócer en el doscientos seis aniversario de su muerte. Un puntazo para la entidad que una vez más ha colocado a Gijón y a Jovellanos en el centro de la actualidad política y cultural española. Felicidades pues.

Ana Pastor es una mujer menuda y sencilla; en persona parece más joven de lo que muestran las cámaras. Vestía un traje de chaqueta de seda verde y llevaba tacones. Llegó a la Colegiata de San Juan Bautista acompañada de toda la plana mayor del Partido Popular de Asturias, a excepción de su presidenta, Mercedes Fernández. Habló de pie, después de escuchar a sus presentadores, Ignacio García-Arango Cienfuegos-Jovellanos y Pedro Sanjurjo, ambos sentados; se habían invertido los papeles.

Después de escuchar su conferencia, hemos decidido que Ana Pastor tiene bien acreditada su fama de persona concienzuda y trabajadora. Posiblemente antes de la invitación del Foro a participar en su programa de actividades, no habría leído muchas cosas de Jovellanos, pero supo enfrentar el compromiso documentándose bien. No dejó nada al albur, sino que hizo un trabajo coherente, cogiendo por los pelos aquellos aspectos de Jovino que calzan admirablemente con la actualidad. En una palabra, se lo curró.

Todos nos sentimos satisfechos cuando la señora presidenta del Congreso nos llamó "Hijos de Don Pelayo", cuyo papel ha tenido un gran significado en la forja de la España contemporánea. Es cierto que figuras como Martínez Marina, Argüelles, el Conde de Toreno, Flórez Estrada, Canga Argüelles y el propio Jovellanos lucharon para desalojar el Antiguo Régimen y traer los derechos fundamentales, la Constitución y la democracia. Estaban entrenados por Don Pelayo.

Ana Pastor se refirió a Jovino como uno de los profetas mayores de España, una voz de nuestro tiempo, que propone un modelo de acción y de ética para abordar el progreso. Un patriota sabio y generoso. El hombre que puso la bases de la constitución histórica de la nación. Y el hombre ilustrado que creía en la educación como base insustituible para la superación y el progreso. Su honestidad, como elección de la conciencia, tuvo el premio de una vida limpia, capaz de ser presentada sin rubor a los ojos de la familia, de sus compatriotas y de las generaciones siguientes? Y aquí Ana Pastor arrimó el ascua a su sardina y dijo que "desechó las seducciones con que lo tentaba el invasor, para abrazar "la causa de mi país".

La presidenta del Congreso de los Diputados finalizó su discurso felicitando al Foro Jovellanos por mantener vivo el legado del pensamiento jovellanista.