Inservible. Así es como ha quedado la cuba de galvanizado de Agalsa después de que se haya vaciado del cinc fundido que contenía en su interior, para poder cortar el consumo de gas que era necesario para que no se solidificara ese metal en su interior.

Los desperfectos estructurales en la cuba de cinc han aumentado el desánimo entre parte de la plantilla de la empresa gijonesa, que está en concurso de acreedores al igual que su filial Oxizinc. A los 22 operarios que ya había solicitado que los despidieran a través de un ERE de extinción de contratos, se han sumado ahora otros 6 que en principio iban a ir a una regulación temporal de empleo y que también han pedido la cuenta, elevando a 28 el número de bajas en la plantilla.

La extracción del metal fundido que albergaba en su interior ha provocado deformaciones en la cuba (técnicamente denominada crisol) de Agalsa. El proveedor de la misma ha entregado un informe técnico a la empresa en el que especifica que si la instalación se vuelve a poner en funcionamiento será necesario cambiar el crisol.

Los trabajadores ya habían advertido de que la operación de vaciado se traduciría previsiblemente en la inutilización de la cuba de galvanizado. De hecho, llegaron a montar guardia por turnos las 24 horas del día antes de que tomara las riendas de la empresa la administradora concursal. La cuba de galvanizado de Agalsa es, con sus 16 metros de largo, 2,5 metros de ancho y 4 de profundidad, la mayor de España y la tercera mayor de Europa.

La administradora concursal está manteniendo contactos con cuatro empresas que se han interesado por la factoría gijonesa. Una parte de la plantilla considera que han disminuido las posibilidades tras los daños en la cuba. Se trata de una pieza de desgaste que, en función de la actividad de la empresa, se tenía que cambiar cada cinco o seis años. La que ahora ha quedado inservible se instaló hace cuatro años.

El coste de un crisol nuevo supera los 150.000 euros. El mayor problema para un potencial inversor no es, sin embargo, ese desembolso que tendría que hacer si quiere relanzar la factoría, sino los dos millones de euros que costaría volver a llenar con cinc la cuba. Se trata de un coste muy superior a los ingresos que obtendrá Agalsa por la venta del cinc extraído ahora de la cuba, dado que al estar ya usado tiene un precio en el mercado sensiblemente inferior.

Pese a los daños en el crisol que obligarán a cambiarlo si se intenta reabrir Agalsa, el resto del horno está en perfectas condiciones, incluyendo la cámara de combustión y los quemadores.

Tras la baja definitiva de 28 trabajadores y la extinción del contrato de los eventuales, la plantilla de Agalsa ha quedado en 57 trabajadores afectados por una regulación temporal de empleo hasta finales de 2018. Once de estos últimos aún siguen haciendo tareas en la fábrica.