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Sada Kazu Uyenishi, "Raku", luchador japonés

El maestro del jiu-jitsu, que venció a tres mil forzudos, fue muy popular en 1910

Raku, realizando una llave.

Muy popular en Gijón fue el japonés que con el nombre de Raku visitó la ciudad en varias ocasiones. Su espectáculo, consistía en unas demostraciones "del célebre luchador japonés sobre el modo de cómo defenderse ante un malhechor, seguidas de distintas llaves del jiu- jitsu". Luego luchaba el japonés -que a veces iba vestido de frac- contra sus ayudantes Deko y Deguchi, que "emplean formas de ataque como las de los apaches", y contra voluntarios locales, contra gijoneses como El Coloráu y Marceliano Cuesta por ejemplo. Raku pesaba 54 kilos, apenas llegaba al metro y medio de estatura, y usaba gafas.

En el año 1909, en "El Noroeste", aparece una entrevista con Sada Kazu Uyenishi "Raku" gracias a los buenos servicios como intérprete de un gijonés de Tremañes llamado Alberto Entrialgo. Viajero era ese Entrialgo, y aventurero también que había aprendido japonés al haber recorrido mucho mundo como maquinista naval. "Este gijonés de 30 años", escribía el periodista, presentando a Entrialgo, "habla correctísimamente el japonés, el chino, el inglés y el italiano, algo de alemán de francés y de ruso, y el vascuence lo habla mejor que Arana".

Pues bien, según la traducción de Alberto Entrialgo, nos enteramos de la vida de Raku y de sus ejercicios de fuerza por todo el mundo así como su combate contra un aragonés "un aldeano corpulento, algo así como un oso con camisa" o cuando en Tolosa se enfrentó al "hombre más fuerte del mundo", un tal Segundo de 128 kilos. En total se había enfrentado, "con éxito siempre", decía él, a tres mil forzudos. A pesar de que, como vemos en alguna foto que se conserva de Raku, éste japonés era muy bajo, con bigote y con gafas.

Nos lo confirma esta entrevista que acaba con esta sorprendente y desmitificadora afirmación por parte del redactor de "El Noroeste": "Para el jiu-jitsu no se necesita fuerza. Raku no la tiene, apenas levanta 40 kilos, no hace más gimnasia que la que desarrolla en sus luchas. Raku usa anteojos con fuertes cristales. Entre los japoneses se desarrolla una enfermedad llamada tracoma que sólo ataca a la vista y convierte a muchos en cegaratos, tal vez Raku padezca un principio de tracoma".

La prensa local nos informaba de que "el distinguido sportman japonés" realizó demostraciones de cómo un hombre débil puede librarse de las acometidas criminales "de un apache, por ejemplo" y de cómo llamó la atención un ejercicio en el que Raku permanece en el suelo sujetado al cuello por una vara de madera cogida por sus extremos por dos forzudos; cuando parecía que va a ser ahogado el profesor japonés se liberaba con su técnica de jiu-jitsu.

Como era habitual en estas exhibiciones de forzudos, se retaba a que cualquier valiente espectador luchase contra el profesor, en este caso con un premio de quinientas pesetas si vencía. En el día de la presentación de Raku, en el teatro Jovellanos de la calle Jovellanos, ningún forzudo local apareció pero al día siguiente se le enfrentó, ansioso de las quinientas pesetas, un popular cargador del muelle de Gijón llamado Demetrio González, El Coloráu, que con gran facha de luchador, salió a escena entre delirantes aplausos de la concurrencia. En un momento hizo presa en él Raku obligándole a pedir clemencia a los dos minutos y treinta segundos después de tres tentativas de ataque por parte de El Coloráu.

En días sucesivos de aquel febrero de 1909, Raku se enfrentó con otros grandones locales como Marceliano Cuesta que era un conocido ciclista, con Conrado Pineda también y -resultando también ganador el japonés- contra un rapaz apodado El Quinto, "simpático cochero". A Marceliano Cuesta, sportman como Raku, el japonés había ofrecido una medalla de plata si resistía cinco minutos y "una copa evaluada en 15.000 libras esterlinas si resiste quince minutos". Tras Gijón Raku siguió su gira por el país vasco y allí también derrotó a varios "morroscos".

Con el paso de los años, éste Raku, fue considerado como el introductor de las artes marciales en España. Había llegado a España el año anterior a su visita a Gijón, cuando tenía 27 años y ya había triunfado en actividades similares en los teatros de París y Londres. Además Raku tuvo seguidoras. Una japonesa, "admiradora de Raku", actuó en el teatro Jovellanos el 5 de septiembre de 1910. Decía la publicidad que las señoras asistentes aprenderían "cómo defenderse de un malhechor o de un pretendiente que quisiera darlas un beso, y se harán pruebas de defensa ante abusos e indiscreciones de los hombres". Moyo San, se hacía llamar la luchadora japonesa.

No era invencible Raku. El día de San Pedro de 1910 la prensa local hablaba de que Raku había sido vencido en el Circo Price, en Madrid. Por lo visto un luchador suizo de nombre Mauricio Riaz, de gran envergadura, un hércules, había vencido en esa "lucha de energúmenos" a Raku que corrió el peligro de ser estrangulado por el suizo.

De Japón a China. En julio de 1933 visitó Gijón Fu-Manchú, "famoso mandarín chino descendiente de siete generaciones de magos" que presentó en el teatro Dindurra, en Begoña, su espectáculo "La revista de los misterios" con 28 cuadros, entre otros: "El Doctor Demonio", "La soga de la India", "Magia china" y "¿Cómo se sostiene el mundo?".

Es curioso que el crítico de "El Noroeste" asumía que el artista no era el genuino Fu-Manchú, y que ni siquiera era chino: "A nosotros, y ni tan siquiera a él mismo, nos importa si es asiático o europeo. Fue muy celebrado su trabajo sobre un escarabajo que interpreta el pensamiento del espectador". Como se sabe Fu-Manchú no existió, es un personaje de ficción creado por Sax Rohmer y la primera novela publicada en español fue "El escorpión de oro", en el año 1929, y la primera película "La máscara de Fu-Manchú", con Boris Karloff, estrenada en 1932. Pero no nos consta la proyección en Gijón de "La máscara de Fu-Manchú" hasta marzo de 1934, en el cine Campos Elíseos, y los anuncios del momento apuntaban crípticamente, "estamos ante un melodrama de contextura indescriptible".

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