Una mujer de 70 años, Piedad Chico Cajas, natural de Lada, Langreo, y vecina del barrio del Polígono, falleció ayer tras ser atropellada por una furgoneta de reparto en un paso de peatones elevado en la esquina entre las calles Puerto de Leitariegos y Puerto de Pajares, pasadas las once de la mañana. El accidente mortal ocurrió en una zona de velocidad límite de 30 kilómetros por hora y coincide en el tiempo con el debate social suscitado por el borrador del plan de movilidad que ha diseñado el Ayuntamiento para impedir que los vehículos circulen a más de 20 kilómetros en el centro, La Arena y Laviada y a 30 en el resto de barrios.

El atropello tuvo lugar en un paso de peatones sin señal semafórica, en las inmediaciones del colegio Asturias y la residencia y centro de día Clara Ferrer, y las causas aún se desconocen puesto que no existen testigos oculares y, además, el conductor de la furgoneta declaró ante los agentes de la Policía Local -con los que colaboró en todo momento- no haberla visto cruzar. De ahí que las labores del equipo de investigación de accidentes prosigan con sus pesquisas, examinando el vehículo de forma exhaustiva para saber qué parte del mismo arrolló a la mujer. Lo que sí está meridianamente claro es que la mujer cruzó debidamente por el paso de peatones.

Piedad Chico Cajas estaba casada y era madre de dos hijos y abuela de tres nietos. De hecho, era frecuente verla pasear con uno de los pequeños a su cargo por las inmediaciones de su domicilio, en la calle Puerto de Tarna. Era muy popular en el barrio, conocida y querida por muchos, y una habitual de las actividades de la asociación de vecinos, participando con frecuencia en talleres. Precisamente, en la mañana de ayer había estado practicando yoga en la sede de la asociación vecinal "Evaristo San Miguel", del Polígono.

Precisamente por ello, su muerte causó una fuerte conmoción en el barrio. Fueron muchos los vecinos y amigos que se congregaron en el lugar de los hechos y que, al enterarse de la identidad de la víctima, se echaban las manos a la cabeza con gestos de incredulidad. Piedad era conocida por muchos en el barrio, que no terminaban de creerse lo sucedido, recordando cómo esa misma mañana, o en los últimos días, habían pasado algún rato con ella, con una conversación en el propio portal o en alguna de las actividades que realizaba en la sede vecinal. A más de un habitante del barrio se le escapó alguna lágrima por la proximidad que le unía a la fallecida.

Los familiares más cercanos de la fenecida conocieron la identidad de la víctima en el mismo lugar de los hechos, lo que supuso un shock aun mayor si cabe. De hecho, se requirió la asistencia de una ambulancia para tratar a los familiares, que presentaban los cuadros clínicos habituales en estos casos, presas de los nervios y de la ansiedad. Los vecinos y amigos no escatimaron a la hora de trasladarles sus muestras de cariño tras lo sucedido. Los abrazos y las palabras cariñosas fueron constantes.

Los restos mortales de Piedad Chico reposan desde ayer en el tanatorio de Gijón-Cabueñes y serán trasladados hasta la parroquia de San Miguel de Lada, en Langreo, donde se celebrará el funeral de cuerpo de presente a las cuatro de la tarde de hoy. Posteriormente recibirá cristiana sepultura en el cementerio de esta localidad, de donde era oriunda.