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DAVID BARREIRO | Escritor, presenta hoy en Madrid "El hijo", novela finalista del premio "Herralde"

"El origen de mis novelas está siempre en los personajes, más que en una trama"

"La primera vez que fui finalista del 'Herralde' pudo ser casualidad, pero ya una segunda... Estoy obligado a presentarme de nuevo a ver si lo gano"

David Barreiro. NACHO OREJAS

Los lectores empezaron a saber de David Barreiro hace nueve años, cuando KRK publicó "Relatos posindustriales". Desde entonces su obra no ha dejado de crecer y madurar. Gijonés de 1977, hoy presenta en Madrid junto a Elvira Lindo su última novela: "El hijo" (Tropo Editores). Con esta obra fue finalista del codiciado premio "Herralde", al igual que sucediera con su anterior título, "El túnel". Licenciado en Ciencias de la Información, es también un premiado dramaturgo y cineasta.

-¿Cómo encaja "El hijo" en su obra narrativa?

-Creo que hay una cierta continuidad estilística con lo anterior, excepción hecha de "Barriga", mi segunda novela. Como novedad en mi narrativa, también en el teatro y en el guión, la protagonista es una mujer que tiene cincuenta y tres años. Y ahí sí hay un cambio fundamental respecto a personajes anteriores, que eran todos hombres. Mi obra tiene un cierto tono trágico o duro, tamizado por el humor.

-¿Le ha resultado especialmente complicado hacerse con la voz de esa mujer?

-La verdad es que no me ha costado demasiado. El origen de mis novelas está siempre en los personajes, más que en una trama, aunque en esta obra hay una investigación que la protagonista debe hacer como responsable de recursos humanos de su empresa. Lo que me gusta es adentrarme en el personaje, y, en este caso, no me ha resultado especialmente difícil. Es más, a medida que iba escribiendo me daba cuenta de que comparto más con esta Teresa que con el David de "El túnel", un gijonés de cuarenta años que, en un principio, debería tener más cosas en común conmigo.

-Se dice de "El hijo" que es una tragicomedia contemporánea sobre la pérdida, el vacío y el fracaso. ¿Está de acuerdo?

-Sí. Hay un tema peliagudo: hablo de algo que yo creo es lo más doloroso -y lo digo como padre-, que es el de la muerte de un hijo. La protagonista lo afronta sin excluir el humor negro, que se convierte en uno de los tonos del libro. Ella le reprocha al hijo que se haya muerto, lo que produce una lectura agridulce. Ahora bien, el humor es una especie de fachada para no derrumbarse, una máscara. En realidad, el dolor está ahí de fondo. A veces, las reacciones ante el dolor son inesperadas.

-Logra ser finalista por segunda vez, y en convocatorias consecutivas, de uno de los premios de novela de mayor prestigio en España, el "Herralde". ¿Toca ya ganarlo?

-Bueno, uno ve la lista de los que lo han ganado... La verdad es que el primer año fue una sorpresa, porque habían concurrido al premio unos mil trescientos originales. Vivo bastante alejado del gremio de los escritores y mi círculo de amistades va por otro lado. He ganado bastantes premios, por cierto, pero más pequeños, independientes. Uno se asusta ante estos premios tan grandes. Mandé la novela porque era sencillo, a través de correo electrónico. Esa primera vez pudo ser casualidad que quedara finalista, pero ya una segunda... Hay ya como una cierta responsabilidad de presentar otra obra; estoy casi obligado a presentarme a ver si lo gano.

-Usted es también periodista y en "Mediocre" reflexiona desde el humor sobre la profesión. ¿Cómo juzga los cambios que vive el periodismo?

-Uf... Es un tema muy complejo, que cada día veo de una manera. Hoy (por ayer) he leído el editorial de "El País" sobre los resultados de las primarias en el PSOE y he quedado un poco a cuadros. El problema de la profesión es que se junta todo: los problemas que atraviesan los medios llevan a la necesidad de los clics, o sea, que al final lo más importante es ese clic y no la información. Desde el titular al contenido de la noticia es casi todo paja, aunque hay aún periodistas muy buenos. Noticias sin valor o directamente falsas se cuelan entre la información, se leen, se comentan y se convierten en virales. Todo eso produce una sobrecarga informativa, algo que hemos estudiado en la Facultad (de Ciencias de la Información) bajo el nombre de ruido. Es un problema que hay en la actualidad. Supongo que con el paso del tiempo, cuando el modelo digital se asiente y los lectores empiecen comprender que hay que pagar por la información, entiendo que se tranquilizará el asunto. Estamos en una época de transición.

-Ha frecuentado la crónica con "Peláez. Historias de un periodista de provincia". ¿Por qué ese libro?

-Surgió de casualidad. Trabajo como periodista en Madrid, así que cuando llegó la época más dura de la crisis, hacia el 2009 y el 2010, me llegaban correos al ordenador de compañeros despedidos. Empecé a escribir en Facebook unos diálogos irónicos. Era una forma de defender al periodista y en particular al de provincias, donde, a diferencia de lo que ocurre en otros lados, es más invisible y no tan protagonista.

-Narrativa y periodismo, pero también teatro y cine. ¿Qué le interesa de cada una de estas disciplinas?

-Bueno, hay determinadas historias que no me encajan como novela y sí como teatro o guiones de cine. Todo depende de la historia y tampoco pienso demasiado si es una novela o no. Realmente, lo que más me gusta es la melodía interna de la prosa, la narrativa.

-¿Y con qué esta hora?

-Tengo dos novelas acabadas, pero sería absurdo publicarlas ahora, y está pendiente la obra "Nora", que ganó (el año pasado) el premio de textos teatrales "Raúl Moreno-FATEX". Una de las novelas inéditas es del género negro y está ambientada en Gijón. La verdad es que tengo muchas expectativas con esta obra.

-Sé que es muy sportinguista, así que le imagino disgustado con el descenso a Segunda...

-Lo veíamos venir pero sí, fatal. No lo vivo tan al día como en Gijón, que es muy, muy sportinguista. Me da pena, además, porque es importante para la ciudad.

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