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"Virtuosa" despedida

La Orquesta Sinfónica del Principado cierra la temporada en Gijón con un concierto en el que destacó el violinista chino Ning Feng

El violinista chino Ning Feng, a la izquierda, junto al director de la OSPA, Rossen Milanov, durante el concierto de ayer.

La OSPA despidió la temporada ayer con un sensacional concierto. Me cuesta ser repetitiva, pero sólo se consiguió media entrada; rien ne va plus. Incomprensible, cuando el cartel anunciaba a uno de los grandes violistas del momento, el chino Ning Feng, que dejará gratísima memoria en el teatro Jovellanos. El programa, titulado "Virtuoso" reunía una miscelánea de compositores, que iban desde el barroco, hasta la mitad del siglo XX.

El concierto se inició con la Obertura de Zaïs, del belga Jean- Philippe Rameau, un músico que ha estado olvidado mucho tiempo, pese a que junto a Couperin fueron los grandes maestros del clavecín del siglo XVIII. Comenzó la obra con el sonido de un tambor, un recurso típico de los finales del barroco, que se mezclaba con el orden orquestal. En su día fue tachado de audacia, pero hoy no nos sorprendió.

Henri Vieuxtemps fue un niño prodigio; dio su primer concierto a los siete años. Shumann lo comparó con Paganini, y durante ocho años había sido el violista del Zar. Ayer firmaba el "Concierto para violín nº 4 en re menor", dicen que su preferido. Éste dio lugar a la primera exhibición del solista Ning Feng. Vestido de negro absoluto, y al estilo de Mao, lo único que destacaba de su atuendo eran sus relucientes zapatos. Dotado de un gran lirismo y una capacidad técnica insuperable, emocionó al público con su recital. Todo su cuerpo era música, se encogía, se agachaba, y sacudía el flequillo en los arrebatos de pasión, como un desplante torero. Pero se superó a sí mismo en el "Concierto para violín nº 1 en re mayor", de Paganini. Una obra endiabladamente difícil y hermosa. El segundo movimiento es impresionante. Sin duda el compositor, otro niño prodigio que a los cinco años ya tocaba la mandolina y a los siete el violín, quiso ponerlo difícil a sus sucesores, "ahí queda eso; .el que venga detrás que arree". Y el testigo lo cogió el chino para dejarnos perplejos. La ovación fue tan sincera que propicio un bis, el "Largo de la tercera sonata de Bach".

Aún faltaba la obra "Fiestas Romanas", de Ottorino Respighi, una descripción de los acontecimientos circenses, de las peregrinaciones y los festivales de las cosechas. Este autor había compuesto bandas sonoras para el cine cargadas de grandilocuencia, pero se han valorado más sus conciertos, su música de cámara o sus canciones. La obra de ayer era exquisita.

Digno final de nuestra orquesta sinfónica que tantos momentos dulces nos ha ofrecido. Nos cuesta despedirnos, pero es lo que hay. ¡Felices vacaciones!

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