Todavía existe la creencia de que las gafas de sol sólo sirven como elemento de moda. Unas gafas de sol se compone de unas lentes que realmente son filtros atenuadores de la radiación solar. Debemos proteger nuestros ojos de la radiación ultravioleta, que es invisible y puede causar daños oculares, desde quemaduras solares en los párpados y córneas hasta carcinomas.

Deben estar homologadas por la UE y proteger del 100% de la radiación ultravioleta. Los ópticos-optometristas recomendamos el asesoramiento y adquisición de las gafas de sol en establecimientos sanitarios de óptica que garantizan el cumplimiento de la normativa de seguridad, calidad y la selección del filtro solar adecuado para cada usuario y cada necesidad.

Hay que distinguir entre luminosidad y radiación ultravioleta. Las categorías del 0 al 4 indican el porcentaje de luz que la lente deja pasar. Cuanto más oscura sea, más reducirá la intensidad de la luz. Las gafas de sol con categoría 2 y 3 son las más habituales para protección solar, sin embargo la categoría 4 está reservada para alta montaña, esquí y deportes en condiciones de iluminación extremas y no son aptas para conducir. Las categorías 0 y 1 se recomiendan para interiores. En cuanto al filtro ultravioleta, debe ser del 100%. Ni el color, ni la oscuridad está relacionado con la capacidad de proteger contra los efectos nocivos de los rayos solares. Una lente solar puede ser todo lo clara que queramos y sin embargo proteger de la radiación ultravioleta al 100%.

Análisis realizados por diferentes universidades españolas sobre los filtros (lentes) de una muestra de gafas comercializadas en bazares, top manta y establecimientos no sanitarios han demostrado que el 93% de las gafas analizadas disponen de lentes que no cumplen con la normativa vigente con el consiguiente riesgo para la salud visual y ocular.