"A los que han sido, son y serán, piedras vivas de la iglesia", reza una inscripción a la entrada de la parroquia de San José que parece estar dedicada expresamente al que, hasta el próximo mes de agosto, es su párroco, Adolfo Mariño.

El avilesino, que llegó a la iglesia gijonesa el 12 de octubre de 2003, "en la misa de las 13 horas", como él mismo recuerda, dejará el templo para viajar a Covadonga, donde el próximo mes de agosto será nombrado abad del santuario. "Tengo que aceptarlo, lo asumo, no me lamento, pero lo hago con cierta tristeza y dificultad", arguyó en el día de ayer Mariño, para quien este cambio "no es un ascenso, es un trabajo igual de importante, siempre en clave de servicio".

A Mariño, la Virgen de Covadonga le toca de cerca. Tanto que el sacerdote colocó, ya en 2013, una pequeña réplica de la Santa Cueva, en San José, una de las múltiples reformas que Mariño realizó en la parroquia aunque "las más importantes son las que no se ven, las que sólo nosotros sabemos, como acoger a los enfermos y necesitados, ayudar a gente con problemas", aseveró. Algo que le granjeó el cariño de todos los feligreses.

"Soy consciente de que desde el primer momento se creó mucho 'feeling' entre nosotros" , indicó Mariño, "éramos como una gran familia, trabajamos juntos en muchas cosas". Por ello, en la tarde de ayer Mariño les dejó un escrito en la hoja parroquial, a modo de despedida, en la que pide a sus feligreses que reciban al que viene "con la misma generosidad que lo hicisteis conmigo".

"Uno tiene corazón y cada nuevo destino es un zarpazo que duele", relata el sacerdote en su escrito, "cuando llevas años en una comunidad, 14 entre vosotros, no gustan, por el cariño y el afecto compartidos, los nuevos destinos".

Por ello, hizo una última solicitud al Arzobispo antes de aceptar el cargo que se le encomendó: "que cuide el nombramiento para esta parroquia, que sea cercano, trabajador, de puertas abiertas", esgrime Mariño. "¡Y cumplió con creces!", asegura, "viene un íntimo amigo, de mi curso, con unas cualidades humanas y espirituales de excepción", explica sobre Fernando Llenín, el encargado de sustituirle. Para finalizar, Mariño garantiza a sus feligreses que "os encomendaré a la Santina, lo notaréis en vuestra vida".