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ANTONIO OREJUDO | Profesor de Literatura y escritor, presentó en Gijón su novela "Los Cinco y yo"

"Si se leyera en máquinas no estaría mal, el problema es que no se lee"

"A los cincuenta y tantos años, como dice una amiga, hagas lo que hagas te das cuenta de que te has equivocado en todo"

Antonio Orejudo, ayer, en Gijón. MARCOS LEÓN

Antonio Orejudo Utrilla (Madrid, 1963) acaba de publicar "Los Cinco y yo", novela en la que afronta un retrato de la generación de los españoles que nacieron en los años sesenta del siglo pasado, la suya. Y lo hace a través de los cinco protagonistas de la serie de relatos juveniles que salieron de la imaginación y la pluma de la escritora británica Enid Blyton (1897-1968), libros con los que muchos de los niños y niñas de esa generación sesentera despertaron a la lectura. Ayer, en la Feria del Libro de Gijón, Antonio Orejudo, que es profesor de Literatura en la Universidad de Almería, presentó su novela.

- Con 33 años ganó usted el premio "Tigre Juan" a la mejor primera novela del año con "Fabulosas narraciones por historias". En su caso, para un escritor novel ¿fue un acicate o una carga por la responsabilidad futura?

-Fue un honor, lo primero, y lo segundo, un espaldarazo de primera categoría. Era mi primera novela y el premio "Tigre Juan" era mucho más famoso que yo, y ganarlo aquella noche lo recuerdo con una emoción que todavía me perturba. Fue un espaldarazo enorme y responsabilidad no más que la que uno tiene cuando escribe una novela, el premio me animó y me dije: "Caramba, voy por buen camino".

- ¿Cuál es su generación vital?

-Un segmento de la población que tiene unas ciertas señas de identidad, que es la de los nacidos en los años sesenta, es decir, hermanos menores de los artífices de la Transición, por decirlo así, y primos mayores de los del 15-M.

- ¿Cuánto tiene de autobiográfico "Los Cinco y yo"?

-Reconstruir imaginariamente la vida de estos personajes de Enid Blyton que tenían la misma edad que yo cuando los leí, imaginar su vida ahora que tienen cincuenta y tantos, pues me lleva inevitablemente a hablar de mí mismo y de mi generación. No es tanto autobiográfico como autogeneracional.

- ¿Por qué utiliza de leitmotiv a "Los Cinco" y no, por ejemplo, "Hazañas Bélicas"?

-"Hazañas Bélicas" me pilla pequeño. En mi caso, el acceso a la literatura en forma de libro se produce con "Los Cinco", y "Hazañas Bélicas" era cómic. Si hablamos de cómic yo tampoco hablaría de "Hazañas Bélicas", hablaría de Anacleto, de Mortadelo y Filemón o de Carpanta. Los libros que leí por primera vez fueron los de Enid Blyton, ésa es la razón por la que los utilizo de leitmotiv de esta especie de revista generacional.

- Unos niños británicos que comían pasteles de riñones, dulces de jengibre y veraneaban en "cottages", es decir, tenían muy poco que ver con los niños españoles de los años del desarrollismo del tardofranquismo...

-Claro, en eso radicaba su encanto. Efectivamente, eran unos niños ingleses que tenían una vida extraña para lo que era la vida de un niño de la España de los años sesenta, pero al mismo tiempo accesible. Lo que resultaba inaccesible eran los personajes de Salgari o de Stevenson, yo nunca podría ser un pirata o Sandokán, pero existía una remota posibilidad, y así lo sentía yo, de formar una pandilla, de tener un bote y de visitar una isla desierta. Aunque estaba lejano era posible, lo que no era posible era que yo tuviera una pata de palo y bebiera ron.

- Algunos críticos dicen que es un tanto despiadado en la novela con esa generación...

-No tengo muy buena imagen del papel histórico de mi generación. Estamos a medio camino entre dos generaciones que tuvieron un papel importante en el devenir histórico. Entre esas dos generaciones que tienen atributos muy marcados estamos nosotros, que somos un grupo de personas sin demasiados atributos y cuya única característica llamativa es que fuimos un montón, la generación del "boom" demográfico, y, probablemente, ésa sea nuestra principal característica.

- Una generación que pasó la infancia en el tardofranquismo, llegó a la adolescencia con la Transición, se hizo mayor en los años noventa y ahora está esperando el retiro. ¿Fue una generación que lo tuvo complicado?

-Nuestra adolescencia transcurrió paralela a la adolescencia del país, probablemente es la metáfora más literaria. Nos salió vello púbico a la vez que al país le nacían las instituciones democráticas. Nuestra adolescencia biológica transcurrió en paralelo con la adolescencia política del país. El país se hizo adulto a la vez que nosotros, y probablemente hemos llegado a un punto semejante con la gran recesión: el país llegó a un extremo en el que dijo que todo ha sido una especie de gran engaño. En realidad, nuestro país es un pozo de corrupción y nosotros hemos llegado también a esa edad, los cincuenta y tantos años, en donde, como dice una amiga, hagas lo que hagas te das cuenta de que te has equivocado en todo.

- ¿En la sociedad actual, los cincuentones ya sobran en el ámbito laboral?

-No creo que sobre nadie nunca, pero lo cierto es que en este capítulo de nuestra historia de capitalismo galopante y exacerbado todo individuo que no esté al máximo, que no sea una máquina de productividad máxima, no tiene cabida, y uno cuando tiene 50 años no está al máximo en su capacidad productiva. Pero el problema no es de los cincuentones, es del despiadado sistema en el que nos encontramos.

- Un sistema en el que cada vez se lee menos en papel en favor de las máquinas...

-Si se leyera en máquinas no estaría mal, el problema es que no se lee, en general. Leer es un verbo que no tiene sentido sin ser utilizado con el acompañamiento de un complemento directo: leer qué. Lo que creo que ocurre es que los libros que yo, mi generación y probablemente las generaciones anteriores han considerado fundamentales ya no se leen.

- ¿Un adolescente de hoy leería "Los Cinco"?

-No, preferiría jugar a un videojuego, donde la experiencia es semejante a la que teníamos nosotros, pero ellos participan con más realismo.

- ¿Qué es más enriquecedor?

-Sin lugar a dudas, la lectura, lo que ocurre es que entiendo perfectamente el motivo por el que un adolescente abandona la lectura y se consagra a los videojuegos; probablemente, si yo fuera ahora adolescente, no habría sido escritor, habría sido youtuber.

- ¿Qué diferencias encuentra entre sus alumnos en la Universidad con respecto a cuando usted estudiaba?

-La lectura, precisamente. Cuando yo era alumno fui a la Universidad con un pequeño caudal de lectura, tenía muchas lagunas, pero tenía unas ciertas lecturas, y, sobre todo, era consciente de mis lagunas y me avergonzaba de ellas. La diferencia con mis alumnos es que tienen un caudal de lectura menor y, sobre todo, no se sienten tan avergonzados como yo me sentía entonces de las cosas que no han leído y de las cosas que ignoran.

- ¿La suya es una generación perdida?

-No, creo más bien que es insignificante.

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