"Un apasionado de la cirugía", "enorme trabajador"; "excelente profesional", "un médico de enorme humanidad"; un "cirujano de los pies a la cabeza". Los elogios se sucedían ayer y con ellos se intentaba paliar la incredulidad y el golpe emocional por la pérdida de un reputado médico, el doctor Raúl Álvarez Obregón, 69 años, un profesional que hizo de la cirugía su vida y por cuyas manos han pasado innumerables pacientes en las más de cuatro décadas de actividad sanitaria en Asturias.

Los últimos enfermos aún se beneficiaron de sus saberes hace sólo unos días, cuando ocupó tiempo de quirófano en el hospital de Begoña. Desde su jubilación obligada en la sanidad pública, en diciembre de 2012 siendo jefe de servicio de Cirugía General del hospital de Cabueñes -cargo en el que llevaba 15 años-, el doctor Obregón había mantenido su actividad en la sanidad privada, donde también llevaba muchas décadas y donde su presencia tenía peso específico.

Era consejero tanto del Igualatorio Médico Quirúrgico y de Especialidades (IMQ) como de su centro hospitalario, el Begoña, y este mismo mes iba a ser nombrado presidente de la citada sociedad, relevando a José Luis Coto. Porque el doctor Obregón se sentía en plenitud de facultades y la medicina seguía siendo el motor de su vida. Tuvo que ser una hemorragia cerebral de casi imposible abordaje la que frenara en seco las capacidades de un profesional que dejó una última muestra de su entrega a la sociedad con una casi completa donación de órganos, como había dejado indicado en vida, deseo favorecido por las circunstancias de su fallecimiento.

El derrame le sobrevino cuando disfrutaba de una comida con amigos y familia en el Club de Regatas, el domingo, y pese a la intervención de urgencia llevada a cabo en el HUCA desde el principio se fue consciente de la enorme gravedad de la situación. El fallecimiento, finalmente, ocurrió ayer miércoles y no será hasta hoy cuando su familia pueda velar sus restos en el tanatorio de Cabueñes y recibir a los muchos amigos y pacientes que quieren unirse al duelo.

El funeral por su memoria está previsto que se celebre mañana viernes, a las 18 horas, en la parroquia de Santa María de Sábada, en Lastres (Colunga) lugar de crianza de Raúl Álvarez Obregón, cuyos orígenes sin embargo hay que buscarlos en Cuba. Fue en La Habana donde nació Álvarez Obregón, en 1947, hijo de emigrantes asturianos. Con 13 años sus padres le embarcaron rumbo a España para vivir con su familia asturiana y desde entonces Luces y Colunga fue su patria de acogida; hasta siete años después, cuando ya estaba en la Universidad, no volvió a ver a sus padres.

Hizo el Bachiller en los jesuitas de Gijón y en dicho centro ya apuntó maneras por su capacidad de trabajo y eficacia en casi todo lo que hacía. En la Universidad de Salamanca hizo la carrera de Medicina y la formación de cirujano la llevó a cabo a medias entre Estados Unidos y luego en el Hospital General de Asturias. De Salamanca se llevó un premio, su mujer Pilar Laso, enfermera, que le siguió en su viaje formativo americano, y con la que tuvo dos hijos, Carlos y Elena. Finalizó la carrera con expediente brillante y ya en Asturias su compañeros apreciaron bien pronto la sólida formación, la destreza y la enorme dedicación del cirujano cubano-asturiano.

A Gijón, a la residencia Gómez Sabugo, llegó para integrarse en el equipo de Carlos Tinturé, de quien fue uno de los grandes colaboradores junto a su amigo y compañero, fallecido hace años, Antón Magarzo. Y como mejor herencia en ese servicio al que dedicó tantas décadas, Obregón deja a su hijo, Carlos Álvarez Laso, quien en el acto de homenaje a su padre por su jubilación reconoció en público que fue la capacidad del patriarca de transmitir amor por la profesión lo que le llevó a seguir sus pasos en la cirugía. También le confesó entonces el placer que suponía "verte operar y aprender de ti, con tus movimientos firmes de bisturí". El lunes, en la parroquia de La Asunción, se celebrará una misa en su memoria.