Del calor extremo a la ola de frío polar en dos manzanas. Gijón vivió ayer situaciones insólitas reflejadas en los termómetros de la villa, fruto de las temperaturas extremas que azotaron el centro. Y que, de paso, volvieron locos a los mercurios. Porque a tan sólo unos pasos de la playa de Poniente, donde cientos de personas se refrescaban metidos en el agua, con máximas por encima de los 30 grados, un termómetro registraba 24 grados bajo cero. Un error provocado seguramente por la exposición al sol del termómetro, en la zona próxima a la Comisaría de la Policía Nacional y que no pasó desapercibido a quienes transitaron por la zona.

Ni tanto ni tan poco, pero seguro que los gijoneses hubieran agradecido a lo largo de la jornada de ayer un respiro en el sofocante calor que llenó los arenales de la ciudad. Personas tumabadas a la sombra, en los parques, bajo los miles de sombrillas que se plantaron en las playas y con la botella de agua en la mano como complemento indispensable han dado paso hoy, en cambio, a la chaqueta y a algún paraguas en manos de los más previsores. Las temperaturas, según la Aemet, no superarán los 21 grados.