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Empleadas de un centro asistencial sufren problemas de salud tras una fumigación

Seis trabajadoras presentan problemas respiratorios y de garganta, y a una de ellas se le ha desencadenado una sensibilidad química múltiple

Por la izquierda, Patricia Vigil, Ana María Varela y María E. López. ADRIÁN HERNÁNDEZ

Media docena de trabajadoras del Centro Residencial Cabueñes denuncian que el uso de algún tipo de producto químico en una intervención en el edificio para desinsectar les ha ocasionado molestias constantes desde el pasado mes de diciembre. A una de ellas se le ha desencadenado incluso una sensibilidad química múltiple reconocida ya médicamente que le impide trabajar, mientras que el resto de compañeras afectadas presenta diversos síntomas en diferentes grados ocasionados, aseguran, por una fumigación que se hizo sin garantías de seguridad el pasado mes de diciembre.

Todo comenzó, relatan, el día 16 de dicho mes, cuando se fumigaron los vestuarios de la planta baja del edificio para la eliminación de insectos. "Se hizo a las tres de la tarde, cuando aún quedaba personal trabajando en la planta". Los empleados se percataron del fuerte olor y procedieron a cerrar puertas y ventanas, mientras que "la empresa abrió las puertas generando efecto chimenea hacia la primera planta". Una de las operarias del centro se sintió rápidamente mal tras inhalar el producto utilizado y tuvo que ser atendida en enfermería, y desde entonces, ha habido un aluvión de efectos en media docena de trabajadoras.

"Picor, lagrimeo de ojos, problemas respiratorios, afonías, dolor de garganta, quemazón en la nariz, cansancio e irritación de las mucosas" son algunas de las consecuencias que vienen arrastrando las trabajadoras desde entonces, generando decenas de incidencias que han sido atendidas por su mutua. Además, todas las mujeres presentan en los últimos meses un aumento del olfato, uno de los síntomas, sostienen de "intoxicación por inhalación de productos químicos", con elementos tóxicos que permanecen aún con el paso del tiempo.

Ninguna de ellas tenía síntomas previos relacionados con estas dolencias, y su estado empeora en el lugar de trabajo, con lo que "tenemos claro que algo ha pasado aquí y nadie aclara qué", denuncian. Las trabajadoras presentaron un escrito el pasado mes de mayo al jefe de servicio y la técnico de Prevención de Riesgos Laborales del Principado, el Comité de Seguridad y Salud, la directora del centro y la inspección de Trabajo y Seguridad Social, y "a día de hoy seguimos esperando que nos digan algo", porque aunque acaban de recibir el informe de Prevención, "no nos aporta nada, porque nada dice de la desinsectización y lo único que comenta son obviedades".

Las mujeres señalan que el problema con la inhalación "se ha convertido en crónico y afecta a nuestra vida diaria", y reclaman que "alguien tome cartas en el asunto" antes de que el problema vaya a más.

Tal y como indican, se inició una investigación del día de la fumigación "pero no se citó a los testigos ni a la persona que resultó afectada en primer lugar", y a pesar de que "hemos intentado hablar con inspección de trabajo, no lo hemos conseguido", lamentan. Tampoco fueron sometidas a ninguna prueba especial con motivo de la revisión médica ordinaria de trabajo, aún cuando se han visto obligadas a acudir al médico de la mutua en repetidas ocasiones ante los problemas que presentan, y se han visto obligadas a usar mascarilla para acudir a su puesto de trabajo porque "en cuanto entramos en el centro empeoramos, son tóxicos que permanecen mucho tiempo incrustados en los tejidos, y nos gustaría saber exactamente cuáles son". A ello se suma que "nos vemos expuestas a demasiados productos químicos que están dañando permanentemente nuestra salud", una circunstancia en la que "nadie, salvo el sindicato CSIF, nos ha apoyado". Y por ello, reclaman una evaluación de la situación, porque "hay gente que está enfermando en el trabajo".

Nadie se quiere responsabilizar de las bajas, toda vez que no se consideran enfermedad laboral, y la dirección del centro ha pedido que se haga "vida normal" en las instalaciones, porque presuntamente los tóxicos ya habrían desaparecido. "Pero no los efectos que han desencadenado en nosotras", claman las trabajadoras afectadas.

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