Han pasado poco más de seis meses desde su estreno en el madrileño teatro Nuevo Alcalá y, según datos facilitados ayer por Cristina de Poo, de la productora Letsgo, más de 150.000 espectadores han visto "Dirty Dancing". Este musical, que traslada a las tablas la historia de la película homónima estadounidense estrenada en 1987, se ha convertido en un acontecimiento. Eva Conde y Christian Sánchez, los actores y bailarines protagonistas que encarnan la historia de amor de Johnny y Baby, estuvieron ayer en Gijón para dar algunas de las claves de una obra que estará en Gijón desde el 10 al 20 de agosto, en plenas fiestas de Begoña. Ofrecerán dieciséis funciones. A eso se le llama estar seguros de que su espectáculo, con salto del ángel incluido, engancha a un público que aún recuerda aquel filme dirigido por Emile Ardolino, con guión de Eleanor Bergstein.

"El musical es de una gran fidelidad a lo que aparece en la película y Eleanor Bergstein ha dado el visto bueno", explicó Christian Sánchez. El actor y bailarín barcelonés, conocido por sus participaciones en series como "Olmos y Robles", subraya el cuidado puesto en cada uno de los detalles de un musical que, inicialmente, se estrenó en Sídney (Australia) y ha tenido éxito en Estados Unidos, Europa y Ciudad de México. La propuesta de la productora Letsgo está dirigida por Federico Bellone, que fue director artístico del Teatro Nacional, en Milán.

"La verdad es que interpretar a Baby es un gustazo, porque se trata de un personaje mítico", explicó Eva Conde, titulada en Danza Española y actriz conocida por formar parte del elenco de series de tanto tirón como "Amar en tiempos revueltos" o "El secreto de puente viejo". El espectáculo la obliga a quince cambios de vestuario. "He visto la película muchas veces para coger todos los detalles", añadió.

A la pareja se la ve entusiasmada por sus papeles en "Dirty Dancing", una de esas películas que marcan una época -en este caso, los años ochenta- por los números musicales. Y también, claro, por la historia de amor que viven en la gran pantalla los personajes que asumieron Jennifer Grey y Patrick Swayze. La película recaudó cerca de 215 millones de dólares. Tan felices que hicieron, en apenas una baldosa de la gijonesa Casa de la Palmera, donde se reunieron con los periodistas, la figura del salto del ángel.

Es uno de los números más esperados y aplaudidos de este musical con romance incomprendido. "Es una gran historia de amor y el salto del ángel tiene que ver con la compenetración", indicó Christián Sánchez. Pese a su larga experiencia como bailarín de distintos géneros, confesó ayer que lo hace por primera vez. Se ha dicho que fue el movimiento de baile "más arriesgado" de los ochenta. Y los especialistas coinciden en que son necesarias la concentración, por supuesto, y una depuración técnica que no está al alcance de todos. "Estuvo muy bien, pero no pidas que vuelva a hacerlo porque estoy ya jodidamente mayor para ello", declaró Jennifer Grey en un número de "Fotogramas" de hace dos años, cuando le preguntaron por el famoso salto.

Tanto Eva Conde como Christian Sánchez coincidieron en que formalizar ese movimiento requirió esfuerzo y paciencia: "Pero salió". El musical se ha convertido en un espectáculo para todos los públicos, intergenacional: los veinteañeros de los ochenta, ya con hijos y nietos hoy, se han convertido en los mejores publicistas de la obra. "Es una historia que no ha pasado de moda", aseguraron los dos actores.

La acción de "Dirty Dancing" transcurre en el verano de 1963, pocos meses antes del asesinato del presidente Kennedy. Frances "Baby" Houseman descubre en una desenfrenada fiesta la fascinación del baile, la música y a Johnny Castle, bailarín instructor de ese hotel en el que la muchacha pasa sus vacaciones junto a su familia. Ambos (de clase media y clase trabajadora) se convertirán en pareja de baile y sentimental. Otra página del sueño americano.

"Como en la primera parte Baby no sabe bailar, ahí he tenido la mayor dificultad: hay que bailar como si no se supiera bailar", dijo Eva Conde. El espectáculo incluye también música en directo, pero no es un musical al uso. Tiene una duración de dos horas y quince minutos. "Me quedo con la experiencia de quienes vienen al teatro a revivir las experiencias que tuvieron en 1986", señaló Chistian Sánchez. Una opinión con la que también estuvo de acuerdo Eva Conde: "Es así, todo tiene que ver con el público". Una de esos títulos que prenden a una generación y otra. Aquellos años ochenta y un salto del ángel sin trampa ni cartón.