La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

ALICIA DEL RÍO | Pintora, inauguró ayer la exposición "Utopía" en la Fundación Alvargonzález

"Javier del Río, mi padre, pasó hambre, y eso me asustaba, pero la pintura es mi vida"

"He heredado ciertas cosas de su carácter, lo que se transmite a la hora de pintar; ahora bien, yo soy más colorista, alegre, menos pesimista"

Alicia del Río, ayer, junto al cuadro en homenaje a su padre. ÁNGEL GONZÁLEZ

"Yo soy yo y voy a ser fiel a mí misma", dice la artista gijonesa Alicia del Río (1988), que ayer inauguró exposición de pintura en la sala de la Fundación Alvargonzález. Es la primera en su ciudad natal, así que su aplomo natural no ocultaba un razonable nerviosismo. Sabe que la van a comparar con su padre, Javier del Río (1952-2004), pintor prematuramente fallecido y uno de los creadores asturianos más importantes del tránsito entre el siglo XX y el XXI. Su hija le rinde un homenaje en "Utopía".

-¿Qué encontramos en la exposición?

-Una selección de la obra que he hecho en los últimos tres años, donde utilizo el color como expresión de lo que deseamos.

-Es una muestra que reúne varias etapas de su trayectoria, bastante distintas entre sí.

-Hay tres etapas. Una en la que incluyo retratos de mujeres, algunas desde un estilo muy minimalista, otra de animales y una última que yo llamo del "solitario", que es reciente y en la que hay paisajes.

-Son piezas muy diferentes y con muchos cambios entre una época y otra...

-Soy una pintora autodidacta, aunque estudié Arte dos años en la Escuela Massana, en Barcelona. En concreto, un curso sobre pintura abstracta, aunque lo que yo hago es figuración. Esos cambios son consecuencia de cada momento en el que me encuentro y de que voy aprendiendo. Los paisajes vinieron después de una etapa en la que me quedé bloqueada, en la que salió el cuadro de una calavera, una simbolización de la muerte de lo que hacía antes. De hecho se titula "La muerte de un artista". Ahora estoy mucho más serena y los paisajes son una alegoría de la sociedad en la que vivo.

-¿Y ese tipo del sombrero negro que aparece en los cuadros de su última etapa?

-Es una significación de la soledad, del aislamiento social. Es como si los españoles estuviéramos adoptando costumbres de la sociedad nórdica. Cada vez somos más fríos y vamos dejando de valorar las cosas de nuestro entorno; las redes sociales tienen mucho que ver. Es lo último que estoy pintando. Juego con el color, las luces y las sombras. En ese solitario hay algo de mi lado masculino; he tenido que empezar de cero en dos lugares distintos, Barcelona y Lanzarote, donde he tenido que ser más fuerte.

-Usted se ha criado entre pinceles. ¿Cómo fueron sus principios como pintora?

-Gateaba entre lienzos. Mi padre fue mi mentor y quien me transmitió todo lo que sabía. No he podido tener mejor profesor. En mi estilo se nota su influencia. Y he heredado ciertas cosas de su carácter. Eso se transmite a la hora de pintar. Ahora bien, yo soy más colorista, más alegre, menos pesimista.

-¿Tenía claro desde niña que iba a dedicarse a la pintura?

-Sí, lo que ocurre que estudié diseño de interiores porque la pintura me daba miedo. Mi padre me contaba sus experiencias juveniles en Italia, donde pasó hambre. Era algo que me asustaba, pero la pintura es mi vida. Trabajar y trabajar.

-En la exposición incluye un cuadro en el que está el mundo pictórico de su padre...

-Es un homenaje que le dedico. Fue quien me enseñó a pintar. Se ve una plaza de Barcelona, la ciudad donde decidí definitivamente que me iba a dedicar a la pintura.

-Pese a aquel curso en la Escuela Massana, usted es una pintora figurativa...

-La abstracción me ha servido para conocerme y conocer más el color, pero con lo que me siento a gusto es con la figuración.

Compartir el artículo

stats