Yolanda ÁLVAREZ

La asociación de vecinos "Severo Ochoa" de Pumarín homenajeó ayer a Esther Hevia, una mujer para la que la palabra trabajo tiene un valor incalculable. Una celebración para conmemoriar sus 35 años de lucha incansable por mejorar las condiciones de vida de las personas de su barrio. "Tampoco fue para tanto" declara humildemente la homenajeada. Dice estar sorprendida y agradecida, pero que a ella siempre le gustó andar por el barrio, haciendo cosas, "intentando arreglar lo que se podía".

La cabeza de Esther Hevia, militante del PCE, Izquierda Unida y por supuesto, la asociación de vecinos de Pumarín, está plagada de recuerdos que hablan de escasez, pero también de resistencia. Del orgullo de que sus manos hayan colaborado a levantar una comunidad. Al rememorar sus primeros años de militancia, Esther recuerda un local sin presupuesto para comprar sillas: "Le hicimos un homenaje a Alfonso Camín pero no teníamos dónde sentar a la gente. Tuvimos que ir a un edificio en obras para pedirles tablones con los que improvisar bancos." Pero también habla de cómo fueron levantando la cabeza. Consiguieron introducir nuevos ambularios en el barrio, como el de Severo Ochoa, el integrado de Pumarín Gijón Sur o el geriátrico de San Nicolás. Todo se hacía trabajando, ya fuera haciendo números en la sede, o vendiendo lotería y prensa a pie de calle. Esther también recuerda a Belarmino García, el que fuera dirigente vecinal. "Siempre trabajamos codo con codo", explica.

Respecto a cómo han ido cambiando los tiempos, Hevia se muestra optimista. "Siempre que puedo me acerco a encuentros, me gusta ver a gente joven que sigue tirando", señala, aunque también, lamenta echar de menos más participación en las asociaciones de barrio, a las que se refiere como "un puente para llevar ideas y proyectos, darse a conocer y trabajar de verdad".