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"La invasión de gaviotas y palomas es una amenaza para la salud", según los expertos

"No hay ninguna solución inmediata", explica un controlador de plagas de aves, que ve clave "la cooperación entre la ciudadanía y el Ayuntamiento"

Gaviotas

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Gaviotas Brezo CRIADO

"A día de hoy no hay ningún método que garantice una solución inmediata. Es un proceso que requiere constancia y perseverancia", afirma Jonás Sánchez, experto en control de plagas de aves que regenta la empresa Alcebo, quien ha realizado trabajos de este tipo en diferentes puntos de España. Tres factores son lo que tendrá que implementar Gijón para conseguir frenar la creciente invasión de palomas, gaviotas y estorninos en terrazas y sus alrededores que ha motivado las quejas del sector hostelero, al provocar desperfectos en bares y molestias a clientes.

Además de en los daños directos al sector, y los materiales -que ascienden a sumas de entre 400 y 1.000 euros mensuales en reparación de vajilla y mobiliario-, el experto en control de aves insiste en la importancia de "concienciar sobre la existencia de especies que cada año crecen exponencialmente" y que tienen la consideración de ser "una amenaza para la salud, ya que son un vector directo de enfermedades e infecciones".

Frente a la ineficacia de numerosos intentos de los hosteleros para evitar el avance de palomas y gaviotas hacia sus terrazas, la clave en el control de estas aves reside en "una buena cooperación de todas las partes: la educación de los ciudadanos, trabajadores y ayuntamiento", explica el experto. El problema básico de estos pájaros en las zonas urbanas es el cambio que se ha producido en sus hábitos de vida, "generado por la falta de alimento en las zonas silvestres y los hábitos que las personas construimos". Lo que ha conllevado a que estas aves encuentren nuevas formas de refugio y anidación en edificios sin necesidad de buscar alimentos, a lo que han contribuido en gran parte "los vertederos, la disposición de los restos y residuos que lleva a cabo la ciudadanía en las calles o los 'alimentadores habituales' de estas aves". El resultado es la formación de un ecosistema donde "estos pájaros son cada vez menos temerosos a las personas y más agresivos a la hora de tener que bajar a la zona de alimentación antes que otros".

Un nuevo hábitat en el que están ganando partido al bienestar de los gijoneses, que, en ocasiones, ya no pueden disfrutar tranquilamente de una consumición al aire libre sin el temor a que una gaviota les arrebate la comida o derrame su bebida.

Y otro de los daños más directos en una zona urbana son los excrementos que distribuyen estas especies. No sólo por la suciedad que producen en las terrazas y el empeoramiento estético que causa en el mobiliario urbano, sino también por la necesidad de estar limpiándolas continuamente, "hasta tal punto que van a tener que contratar a una persona cuya función sea exclusivamente la de limpiar los excrementos", barrunta Jonás Sánchez, que incide en la cantidad de enfermedades que pueden transmitir "y ponen en riesgo al trabajador que está en continuo contacto con los excrementos de estas aves".

La histoplasmosis, psitacosis, clamidiosis, salmonelosis, colibaciolsis o alveolitis alérgica, son algunas de las enfermedades que pueden contraer las personas que estén en un contacto directo y frecuente con la materia fecal de estas especies, aunque tienen que darse una serie de circunstancias para contraerlas. Niños y ancianos son los colectivos más vulnerables, por lo que requieren una mayor precaución.

Sánchez recuerda que la gaviota fue una especie considerada "de población en riesgo o amenazada", por lo que no se realizó un control de una población que ha ido creciendo y que "apenas tiene depredadores, ni grandes enfermedades que la ataquen, y que ha encontrado alimento fácil. Es totalmente depredadora y carroñera", sentencia. Un especie con mucha más fuerza que las palomas y capaz de destruir muchos de los sistemas empleados para ahuyentarlas. Todo un reto para la ciudad de Gijón.

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